ARTÍCULO DE: José R. Peraza y Esteban Domínguez

Allí aparecían anécdotas y comentarios para todos los gustos, junto al viejo timple, y las batatas recién salidas del fuego. Era la noche víspera del día de San Andrés. Una noche que recordamos con gran ilusión, donde no faltaban las poesías que Domingo recitaba con una memoria ejemplar.
Tampoco podemos olvidar aquel pregón espontáneo en las fiestas de San Luis, en pleno Calvario coincidiendo con sus fiestas en mes de agosto, hace ya más de una década.
Pero en Domingo Rodríguez del Rosario, nada ha cambiado. El hombre se sabe conservar y no olvida a su tierra: Santa Úrsula, lugar que lo vio nacer y crecer. De Domingo guardamos gratos y buenos recuerdos, y esta vez, vamos a tomar muy en cuenta la palabra de este entrañable amigo; acudiendo a su amable invitación, a cualquiera de las famosas bodegas de Santa Úrsula para revivir todos juntos viejos y entrañables encuentros, porque la amistad no se pude olvidar ni dejar a un lado de un simple plumazo.
Domingo Rodríguez del Rosario tiene un corazón tan grande como el Teide, es además uno de los grandes poetas costumbristas que hay que apoyar, y el ayuntamiento de Santa Úrsula tiene que tenderle una mano y agradecerle la buena y sana semilla que durante tantos años, ha venido sembrado en el gran libro de la literatura de su municipio. Hombres como Domingo del Rosario son imprescindibles, y necesitan el aliento de los políticos de su pueblo, por el que se ha entregado en cuerpo y alma.
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