ARTÍCULO DE: Celestino González Herreros

Ante Dios, todos somos iguales, somos errantes... Caminantes consumiendo el tiempo estipulado, que en llegando al final del camino, con una leve mirada retrospectiva, muy lejos veremos nuestras ambiciones materiales ya en desorden, volatizándose baja el único influjo espiritual que nos habrá permitido mitigar aquellos desencantos propios de cada edad y distintas circunstancias de la vida.
Todo parece ir madurando, hasta nuestro propio espíritu. Si vemos irse a un ser querido para siempre, que no responde a nuestro adiós postrero, resignadamente, nos refugiamos en nuestro dolor, temerosos y ansiosos por saber el destino verdadero del alma!
Nadie muere del todo, nunca estaremos solos, podremos soñar, al descansar sobre la almohada nuestras atormentadas sienes... Lo sabremos al llorar, al beber nuestras ardientes lágrimas... Sentiremos siempre sus amados gestos. Oiremos su voz, sus pasos al cruzar los pasillos... Sus recuerdos llenarán los nobles espacios de nuestro herido corazón, siempre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario