ARTÍCULO DE: María Padrón Marín

Mercedes se iba indignando poco a poco a medida que los días iban pasando y las noticias se seguían cebando en la desgracia, pero acostumbrada a la basura periodística de los medios de comunicación – de los españoles no solo no está ninguno entre los 30 mejores del mundo, sino que no figuran ni entre los 200 primeros, según Google- estuvo a punto de estallar contra el suelo el teléfono móvil que le instigaba con mensajes de las compañías telefónicas a enviar dinero para los damnificados en Japón…Otro negocio a costa del sufrimiento ajeno. Ya nos olvidamos de Haití, del reciente terremoto en Christchurch, Nueva Zelanda y del de Chile que todavía está reponiéndose de la sacudida, pues las Madres Dominicas están recaudando fondos para reconstruir el colegio que destruyó el temblor de 8’8… ¿No es Japón la tercera nación más poderosa económicamente del mundo? Mercedes repasó las notas de su viaje hacía ya muchos años a tierras orientales y se sorprendió al leer como conclusión de las impresiones de su breve estancia en la isla, que a pesar de los preciosos paisajes, los rincones guardianes de tradiciones ancestrales y la deliciosa comida, le había resultado un país muy materialista y falto de calidad de vida…Calidad de vida están reclamando los pueblos sometidos durante años a la injusticia de los gobernantes apoltronados en sus tronos de ordeno y mando…sacudidas sociales por los gritos de libertad que como onda expansiva zarandea oriente próximo y lejano y que por efecto repercutirá en occidente…”Dios quiera que para bien”, rezó Mercedes y siguió pidiendo por abolición de la soberbia humana, por la claridad del sentido común y la resolución de los problemas de la radiactividad y sus consecuencias…
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