GUAPOS Y GUAPA (MÁS DE LO MISMO)
ARTÍCULO DE: Lorenzo de Ara

Pero lo que no puede evitar el político del cartel electoral es que los futuros votantes se manifiesten en las esquinas y en las plazas. Y lo hacen repitiendo lo que ya muchos sabemos. Se encuentran hastiados. Tienen al político como el tercer problema, y sin dudarlo equiparan el quehacer de los partidos con la más impúdica corrupción. Así se espera el voto. Así es muy probable que la abstención abofetee la cara de algunos.
En esos carteles se aparecen (como fantasmas) los candidatos y la candidata. Marcos Brito con un eslogan contundente. Dolores Padrón nos tiene que decir cómo se consigue un primer plano hollywoodiense. Sebastián Ledesma pone la misma cara que Luis Miguel Rodríguez en las sesiones plenarias (y eso promete). Los otros carteles aportan lo que un aficionado al esoterismo encuentra en la lectura de Freud. Sigmund.
El voto, en esta democracia enferma y apocada, carece de valor intelectual. Los políticos son conscientes de que el escuchante quiere las cosas muy sencillitas. Y los mítines funcionan porque los talibanes acuden como las moscas a la mierda. No hay fondo real en el mensaje. Sólo consignas. Bravuconadas. El adversario se convierte una vez más en enemigo y el vecino que pasa de largo es acechado.
En los pueblos no cambian las cosas. En apariencia se huele un atisbo de mejora. Pero ni siquiera los trucos fotográficos pueden ocultar la hediondez y la miseria política
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