FÚTBOL: CD TENERIFE
ARTICULO DE: Evaristo Fuente Melián

Pues no. El Tenerife no asciende a Primera sino que baja a Segunda B, y algunos graciosos norteños ya se han hecho cábalas sobre un posible partido de liga de Segunda B entre el Vera y Tenerife, en el estadio del barrio de La Vera, uno de los más populosos del valle de la Orotava, que consiguió dicho estadio por su tesón y persistencia en la protesta, cuando la autopista hace unos años se llevó por delante el viejo campo de fútbol del barrio.
Aquí ‘semos ansina’ de despistados, con locutores que en vez de hablar, chillan en la ‘Tele Nuestra’, y con otros acomplejados comentaristas cuya sintaxis y prosodia verborreica, medio peninsular, medio latinoamericana, no hay por donde cogerla.
Por otro lado, se cumple medio siglo del primer ascenso del Tenerife a Primera División. Santa Cruz era el pueblo más grande del sur, se decía en el Norte. El estadio estaba a medio hacer, una grada de madera mal hilvanada completaba por arriba la herradura de poniente con sus 15 escalones de cemento. Nosotros, muchachos norteños que empezábamos entonces nuestros primeros pinitos amorosos, estábamos esa tarde del ascenso en el portuense Lido San Telmo. Fue el domingo 30 de abril de 1961. Por la mañana nos habíamos tomado tres ‘tiospepes’ de aperitivo en la plaza del Kiosco de la Villa; y por la tarde, en el estadio Los Cuartos, la UD Orotava quedaba eliminada de la copa Heliodoro por el Estrella lagunero, aunque un par de semanas antes, la UD Orotava se había proclamado campeón regional de Tenerife, con un triple empate a puntos con Puerto Cruz y Real Unión. Luego fuimos al Lido antes dicho, donde recibimos la buena nueva del ascenso del Tenerife en el campo del Extremadura de Almendralejo. Había una orquesta invitada en la que tocaba un amigo íntimo ex sabandeño. Ya de noche subimos a una verbena de la plaza del Kiosco villero, en la que otro amigo mío en copas hizo el gamberro con lo que llamábamos ‘el número de la cabra’, consistente en bailar agarrado con una chica extranjera, tipo tango, con la pierna atravesada…
En resumen, y como se puede deducir, los aficionados del Norte insular éramos tibios de corazón tinerfeñista, y todavía hoy, por lo que a mí respecta, cuando gana el Tenerife “¡ganamos!”(nosotros); pero cuando pierde el Tenerife “¡perdieron!”(ellos).
ESPECTADOR
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