ARTÍCULO DE: Celestino González Herreros

Parece como si el tiempo se detuviera y sólo tuviéramos oídos para escucharla y, hasta los recuerdos despiertan y se animan.
Cuando con agrado y no pocas veces, con necesidad, escuchamos cualquier melodía, esa inspiración que vivimos, es el amor que guardamos dentro, son los más puros sentimientos que brotan y se exponen liberándose, proporcionándonos la ocasión de conocernos mejor; y acabamos completamente entregados a ese idílico mundo de la ilusión… Es tal el poder, su influencia, que algunas veces hasta nos han conmovido, hasta el punto de arrancarnos algunas furtivas y emocionadas lágrimas. Esas dulces melodías, nos obligan gratamente, a pensar si existirá esa excepcional complicidad, también en el largo trayecto de nuestra eternidad, cuando el alma peregrina se eleve, si será acompañada de nuestra música o habrá melodías más bellas con notas celestiales y distinto embeleso; y si antes de morir intuimos esos deificados compases.
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