jueves, 10 de marzo de 2011

UN NORTEÑO,

EL FUTBOLISTA ESCUDERO Y MI COLEGIO

ARTÍCULO DE: Evaristo Fuente Malián
    Murió octogenario el otro día Adrián Escudero, alias ‘El Chava’. Fue jugador del  Atlético Aviación en la posguerra y del mismo equipo con el nombre de Atlético de Madrid en  los años cincuenta. Sigue siendo máximo goleador en la historia del club con 167 goles, y ganó varia títulos con el equipo rojiblanco. Formó parte de la célebre delantera: Juncosa o Tinte, Larbi Ben Barek (negro, nacido en Casablanca en  1917), Pérez Pallá, Henry “Garbi” Carlsson (rubio, nacido en Suecia, también en 1917)  y Escudero. Uno muy rubio claro, otro muy moreno oscuro, no había problemas racistas…
    En la temporada 1951-52 esa delantera probablemente jugó al completo contra el CD Tenerife en el estadio Heliodoro, en partido amistoso con cancha de tierra. Y yo estuve allí. El colegio salesiano orotavense nos premiaba a los del cuadro de honor con ir a los partidos amistosos que los lunes o martes jugaban los primer divisionarios después de pasar por el estadio Insular en competición, cuando la Ud. Las Palmas estaba ya en Primera División.
   Fui con mis condiscípulos Felipe González Miranda, Vicente Hernández Hernández  y Joaquín García Estrada. El primero y el último hoy son licenciados en Medicina: pero a ninguno de los tres les ‘ponía’ el fútbol; ellos con un clásico look de empollones se pasaban las dos horas del partido mirando para los celajes. Los curas no repararon en esto o no le daban importancia. Pero yo sí, que estaba en la grada después de entrar gratis con los chicos de Escuelas Profesionales Salesianas de Santa Cruz, similar a la FP,  con sede en un edificio ya demolido hace lustros, que estaba situado en el borde del puente Galcerán.
    Nosotros cursábamos  tercero de un bachillerato de seis cursos y Miguel Linares (aficionado a confeccionar crónicas periodísticas que firmaba ‘Milín’) estaba en cuarto, pero era mucho mayor, porque había repetido dos cursos al pasarse del colegio  Farrais y empezar de nuevo en el  primer curso de los salesianos en su inauguración en 1948.  ‘Milín’ se comportaba como un clérigo salesiano más, y esa vez nos llevó casi de la mano a la plaza de la Candelaria, donde conseguimos el autógrafo de los jugadores colchoneros, que estaban comprando como era la costumbre en alguna tienda de los indios. Yo conseguí la firma de Escudero y Tinte.
  ‘Milín’ era cardiópata de nacimiento y murió a los treinta y pocos años ya licenciado en Medicina, ejerciendo en prácticas en la clínica de la Concepción de Madrid. Poco antes había muerto su padre, en dicha clínica, en mayo de 1964. El cadáver de su padre fue trasladado a Tenerife en el avión 'Superconstelation' (cuatro hélices) de línea regular, en el mismo vuelo en que yo regresaba de mi primer viaje a la capital de España.
                                                                                                 ESPECTADOR

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