miércoles, 8 de diciembre de 2010

ART. DE UN PORTUENSE,

QUE MÁS SE PUEDE DECIR

ARTÍCULO DE: Celestino González Herreros

En el ambiente social hay algo… No me acaba de convencer, como si algo estuviera fallando. Hay una diferencia abismal en lo que al pasado, con respecto al presente, se refiere. El hombre no es el mismo, es evidente, todo ha cambiado en torno a él. Está desalentado, se siente impotente ante un cúmulo de extravagancias y modismos contradictorios que afectan a nuestros principios y nos dañan. Parece que estuviéramos lejos de la mano de Dios, inmersos en otros - derroteros -, que la sociedad de consumo, por ejemplo,  en su afán de superación material, se ha inventado, cegándose con ello contradictoriamente ante el evidente fracaso que estamos sufriendo.

¿A cuántas personas han visto sonreír hoy? ¿Se dan cuenta?, el hombre está asustado, se siente solo y no sabe a dónde va, ni qué hacer. Y eso es triste y motivo de malos augurios.

¿Cuándo se ha visto, como ahora, a la Humanidad tan indiferente, como si fuéramos robots deambulando por la vida, cargando el pesado fardo de nuestras obligaciones impuestas?, -deberes- sin apenas tener sosiego para un pequeño descanso que nos permita reflexionar. Todo es agobio, trabajo –quien lo tenga-  y camino oscuro por delante. La gente ya, casi no tiene tiempo, lo peor, ganas de aquella sociable costumbre de saludar… El saludo es una expresión sana; hasta las hormigas se detiene en su marcha para saludase entre ellas, y los perros en la calle y el polen en los campos.

¡Qué estará pasando! Las familias ya no son como las de antes. Ya no se bendicen los alimentos en la mesa antes de comenzar a comer. Ni se da gracias a Dios, cuando por las mañanas, al abrir los ojos, nos encontramos vivos y sanos… Pero, callados sí, como maldiciendo el encuentro con la única verdad: El nuevo amanecer y la lucha cotidiana. Mientras, unos pocos, ya serán los menos, sonrientes y seguros, desafiantes se lanzan al campo de batalla, estimulados por la fe en sus fuerzas, la propia tenacidad del hombre sensato y realista. Hay que vencer todos los obstáculos que nos salgan al camino, luchar contra esa tristeza, esa apatía y desconfianza que la mayor parte de la Humanidad está padeciendo. Ver más allá de nuestros impuestos horizontes, buscar con insistencia nuevos objetivos sin esperar de nadie hasta haberlos conseguido.

Cada amanecer nos ofrece la oportunidad de hallarnos a nosotros mismos. Hay mañana más claras que otras… Pero tienes todo el día, e incluso la noche, para pensarlo, preparar el plan de ataque. Empero, has de comenzar por ti mismo y buscar en tus fuerzas la razón que pueda inhibirte; cuando la conozcas, con deshacerte de ella y suplirla con el entusiasmo y la fe en ti mismo, arrancarás en por de la ansiada meta… No importa que caigas una y más veces, haz un esfuerzo más y levanta tu espíritu cuantas veces sea necesario. No te dejes vencer nunca por ese místico enemigo que te asedia y se ríe de tus debilidades, muéstrale coraje, acaba con los obstáculos  que surgieran empleando tu voluntad como única arma capaz de vencer en este ambiente enfermizo y desalentador que nos quiere contagiar. Que en la pasividad jamás encontrarás la verdad;  la vida, cada día nos ofrece una nueva oportunidad, aprovéchala.

No es mucho pedirle eso a un ser humano, que intente la lucha y cambie el gesto amargo de su cara. Que descubra los encantos de la vida en el amor hacia los demás y en el trabajo… (¡Ya vendrán tiempos mejores!) Abre las ventanas e inspira hondo, con los ojos abiertos, extiende tus brazos y alárgalos hacia ese horizonte que se te ofrece y verás –no importa las veces que tengas que intentarlo- como nunca habías soñado, que no estamos tan solos si nos dejamos acompañar por la fe que tengamos de nuestros esfuerzos y la virtud de nuestra buena voluntad. Y que Dios nos acompañe en el resto del camino.

La vida es como una enorme telaraña adjunta a mucho espacio libre, pero no incontrolado en nuestra civilización. Si nos dejamos atrapar estamos perdidos, es por ello que debemos estar siempre con los ojos bien abiertos, hay abismos a diestra y siniestra, nos acecha constantemente el terrible enemigo, el devastador, el burlón de todas las tragedias. Al que a veces confundimos con el mejor de los amigos por que nos adula, nos eleva coquetamente a planos súper-estimables, y luego cuando nada valgas (o en nada puedas beneficiarle) por que hayas caído en picado, te abandona miserablemente. ¡Cómo se aprende viviendo! ¡Cuánto se gana luchando y sufriendo, pero luchando y luego venciendo! El desierto es muy grande y no hay voz humana que llegue al otro extremo, las arenas movedizas envuelven a las palabras que se arrastran dolorosamente hacia sus objetivos, claramente visibles a pesar de las inclemencias del tiempo y la orografía -supuesta- cloro está, del abochornado y nefasto panorama del sórdido ambiente, en que,  una gran parte de nuestra sociedad actual hoy vive, distraídamente. Yo diría mejor, sin querer verlo.

Cuando el hombre pierde confianza pierde estabilidad y equilibrio. No se puede sobrevivir con continuos interrogantes años tras años, no se pueden y no se deben perder los mejores años de la vida recibiendo amenazas e ir sorteando obstáculos para poder creernos que vivimos, por qué no, no es justo que unos cuantos se chupen los dedos y el resto viva desilusionado…

Veis como hay algo que no funciona? No sé de quién es la culpa, repito, me gustaría saberlo para poder enfrentarme al origen de todos los males.

A los hechos me remito, no estoy inventando nada, se ve claramente que algo adolece de estabilidad. El hombre, yo diría, universalmente, está mini-valorado, se está destruyendo progresivamente a sí mismo, está apático y se vuelve esperpéntico, muchas veces irresponsable. No cree en la lucha, está decepcionado, se siente burlado.

No he pretendido hacer un despliegue político, eso no es lo mío, sólo trato de animar al hombre, muy particularmente a los jóvenes que se sienten solos y que desean liberarse de esa endiablada soledad. Para ello, evidentemente, hay que luchar hasta lograrlo.

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