martes, 29 de marzo de 2011

ART. DE UN PORTUENSE,

SEMBLANZA DEL RECITAL TRASCENDENTAL DE PIANO CONMEMORANDO EL CENTENARIO DEL NACIMIENTO DE FEDERICO MONPOU

ARTÍCULÑO DE:  Celestino González Herreros

 Protagonizado por el maravilloso pianista sueco-canario Martín  Söderberg González

Los preámbulos iban a quedar atrás, silenciados en la mansedumbre del lugar donde nos reunimos previamente, la moderna Plaza de Europa, en nuestra Ciudad, bellamente construida para los amantes del ocio dignificante, aquellos que buscan los encuentro nostálgico en la contemplación de nuestro litoral, cómplice de tantos recuerdos, de tardes efímeras y tristes, otras más largas y placenteras. De atardeceres enardecidos, también, por crepúsculos reflectantes de sol candente que cubren con su luz dinámica y a la vez triste, arcas llenas de mensajes ocultos, los que van poblando a los callados caminos del infinito en el tiempo nuestro, sumiso y apacible, lleno de contradicciones, pero a la vez consciente de los encantos poéticos que nos inundan y la paz espiritual que disfrutamos a pesar de todo...

Afuera del recinto que iba a ser "escenario deleitante" de un encuentro musical apoteósico, en el preludio del mismo, en espera ilusionada, el público se fue congregando. El susurro de las voces se incrementaba, aparte de los saludos correspondientes y en cada caso se hablaba del protagonista, con la avidez propia y la curiosidad del reencuentro una vez más en el Puerto de la Cruz, de tan excepcional primicia. Las ansias se hacían incontenibles por oírle, era una ansiedad colectiva que generaba ternura y pasión incontrolada una vez visto el programa del Acto.

Las butacas fueron siendo ocupadas con indiscutible galanura, se preveían momentos gratos y ello condiciona poderosamente. Hubo un momento de silencio, luego una salva de aplausos inquirió mi atención, estaba haciendo acto de presencia el joven genio Martín Söderberg González, y todos queríamos verle de cuerpo entero y captar su sonrisa afable y serena. Luego se fue transformando y su gesto se tornaba en expresión grave, al tiempo que iba concentrándose paulatinamente; ya no parecía el joven talento, se había convertido en pasión y fuerza, sus ojos brillaban con fulgor endiosado viendo el teclado que expectante esperaba las caricias de sus manos. Le miraba fijamente... De pronto, comenzó con "Variaciones sobre un tema de Chopin..." (F. Monpou), interpretando la suavidad de sus notas con delicada armonía y en ello ponía tal sentimiento y entrega, que nos hizo soñar, como si estuviéramos inmersos en otras dimensiones, con otro estado anímico y proyecciones sensuales inaplazables, soberbias y deliciosamente transmitidas... Su música era lira de ángeles, sueños de dioses, evocaciones místicas. Era la danza de los sueños que había despertado su dulce resonancia, cuyos pasos musicales acentuaban las caricias del subconsciente y dejaban en el ambiente esas notas románticas, ecos melancólicos, suspiros y lamentos... Dejaban la estela de la ensoñación envolviendo al espíritu y dándole alientos nuevos, sensaciones nuevas, otros aires deleitantes y su sonrisa que nuevamente aparecía y se ocultaba, como en mi puerto las olas y en mis montes los suaves aromas... Como nuestras cálidas brisas nos traen sus caricias, se iba y volvía su noble sonrisa...

Cada vez que terminaba de interpretar un fragmento musical, junto con la evocación sentida de los aplausos, el eco del encanto seguía escuchándose, como un canto celestial duraba y seguía en la mente y el corazón. Como el eco de las brisas atravesando los profundos barrancos de nuestra tierra canaria, y regresara de nuevo...

Los Grandes Genios estaban presentes, se habían dado cita con el joven artista en estos sublimes momentos y en el pueblo de sus abuelos maternos, en el de su bella madre. Estaba entre nosotros... Maestros, debe ser muy grato para Ustedes escucharle desde sus otras latitudes. ¡Debe ser muy grato! Porque sus Obras no mueren mientras existan alumnos aventajados como Martín Söderberg. "La Eternidad para la música..." En el Cielo, en la Tierra y en nuestros corazones, hoy revivido en este marco incomparable de bellezas y buena gente, de nuestra Ciudad Turística, en el marinero Puerto de la Cruz, donde Martín aprendiera sus primeras letras en el Colegio de Los Padres Agustinos y donde jugara de pequeño con tantos otros niños en las plazas públicas del entorno, y en Las Palmas de Gran Canaria, donde transcurrió la primera etapa  de su formación musical. Las brisas de nuestro litoral y las características de nuestra idiosincrasia, de seguro que han dejado en él una pequeñita huella y el canto de la soledad del Teide "canto sin voces, solo música celestial en su impresionante silencio", y la melodiosa sinfonía de su amanecer poético al nacer que en ecos mágicos le llegaran de Canarias,  también habrán marcado un acento de nostalgia anímica y de ternura que pone en sus inteligentes y tiernas interpretaciones. Habrá heredado algo de Canaria  y de su bellísima Suecia, tierra privilegiada, pórtico de amor y también poesía, cascada de sueños desde sus verdes montañas...

El Programa del acto, bellamente elaborado y la ejecución magistral del mismo, dicen todo un poema de sensibilidad artística, de un talento indiscutible digno de todo encomio. Deja al descubierto toda una gama de aciertos y el resultado del esfuerzo humano en el estudio para lograr tales metas académicas y personales.

Su Chopin invita al romántico sueño de la más profunda inspiración dentro de la fantasía y se va remontando con auténtico estilo en su escalada ascendente por el libre y sonoro espacio del cadencioso vuelo de la inspiración artística convocando con arrullo que extasía al repaso amoroso de la contemplación del peregrinaje de los recuerdos más dulces, de las veladas más tiernas de los sueños de la inmortal evocación de otros tiempos ya pasados, arropados en las distancias del abandono, o las horas tiernas que vuelven aparecer en la mente en el confuso encuentro con esta realidad, que no quieren morir y se prestan acompañarnos con su silencio en nuestro corazón. Es su Chopin la sinfonía de todas las cadencias musicales, es aliento de todas las bellezas condensadas en el amor... Así como su Mozart tiene la transparencia de las aguas que al soñarlas caen en perpendicular caricia, con ritmo ilusionado, y besara los fértiles campos sembrados de exóticas flores...  Escuchar su música prodiga la sensación de sentir que vamos elevándonos a un cielo sin cúpula, a un mundo de cristal y nubes de sueños que vamos dejando atrás en cada inspiración hallada en ese misterioso encanto de comunicación con la tragedia, la alegría, la confusión o el clamoroso amor. Sinfonía multicolor, nocturnos, caprichos de las cosas más bellas y poéticas, son los influjos de su música para la sensibilidad del alma, sin murallas que la detengan, ni fronteras que la ignoren, porque llega tan lejos como mis pensamientos, que hoy vuelan inspirados de esas notas musicales que aún escucho en el recuerdo, que no cesan de marcar los compases de mis sueños y risueños despertares...

No voy a enumerar los Premios obtenidos por Martín Söderberg González a través de sus actuaciones y carrera artística en diversos países de Norte, Centro y Sudamérica, Europa y por supuesto España, bastaría decir que hoy está considerado como una figura destacadísima en toda América y en Europa como uno de los mejores pianista de su joven generación, como ya detallé recientemente en el Periódico "EL DÍA" de Tenerife en fecha 22 de Mayo del año 1.993, del cual soy colaborador asiduo y en el artículo que se titula: "Deslumbrante actuación de un gran pianista", con ocasión de otra semblanza que le hice destacando sus maravillosas cualidades.

Dicho esto, sólo he querido resaltar la personalidad artística y humana, con todos sus atributos, como premio a sus raíces maternas del Puerto de la Cruz y su gente, en prueba de admiración y cariño,  y decir al final de estas desinteresadas líneas, que nos sentimos muy orgullosos en Las Islas Canarias, por los éxitos alcanzados en sus estudios y en su carrera musical.

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