viernes, 10 de diciembre de 2010

ART. DE UN PORTUENSE,

QUÉ POCA COSA SOMOS PARA LOS INJUSTOS…

ARTÍCULO DE: Celestino González Herreros

Qué poca cosa a veces nos sentimos, qué indefensos ante la misma justicia de los hombres cuando sentencian cruelmente, sin sopesar ni por un momento el daño que nos hacen y a la postre a ellos mismos. Hacen sentirnos hasta ridículos ante la inmoralidad de sus bajos impulsos y desordenados conceptos respecto a la caridad…

Soledad, tú eres la revelación, la poderosa y tranquila mujer que, a pesar de los palos recibidos, no claudicas ni profieres  un solo lamento, que sólo dices lo que sientes y que si llorar es sufrir, sufres como nadie. Cuántas veces he intuido verte contemplando silentemente a las inquietas estrellas del firmamento, viéndolas como si estuvieran jugando en un recreo imaginario y una de ellas se apartara del juego al reconocerte y viniera en tu busca… Intuyo lo profundo de tus suspiros y el agónico gesto de tu mirada; y cuando lloras verte sorber tus ardientes lágrimas. Que estuvieras imaginando que fuera ella, tu querida niña Piedad y que al reconocerte hizo repetidas señas para que no te fueras… Esa noche tu llanto era distinto y tu desconsuelo mayor, mezcla de angustia  y alegría, la habías visto en las tinieblas de tu desolación. Una noche sin luna llena, pero serena, sin inclementes trastornos meteorológicos que turbaran la paz de tu hermoso sueño.

Y yo seguía intuyendo… Tú estabas merodeando mi mente, no conseguía apartarte temiendo me contagiaras tus bellos sueños. También Piedad se asomaba y miraba con insistencia en la profunda oquedad de mi sueño, porque también los viejos soñamos; y tú no te apartabas de nosotros, niña querida y aunque no pronunciaras palabra alguna, con tus graciosos gestos y la forma de mirarnos, nos decías cuánto nos querías y que pronto estarías entre nosotros en tu Villa de La Orotava, en tu hogar que te espera con todas las puertas francas y nuestros brazos abiertos.

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