lunes, 7 de febrero de 2011

ART. DE UN PORTUENSE,

LAS SÁBANAS BLANCAS Y LAS CARETAS DE CARTÓN PINTADO

ARTÍCULO DE: Celestino González Herreros

Son increíblemente válidas las razones que se argumentan entre un nutrido número de personas de distintas edades y condición social, y es lo más sensacional escuchar los comentarios que se hacen entre sí la “gente joven”, aunque, algunos, no tan jóvenes.  En una cosa todos  o casi todos estamos de acuerdo, cuando echamos de menos aquellos Carnavales de antes…. No lo digo yo solamente, son muchísimas personas quienes lo dicen; e insisto, no son sensibleras nostalgias de viejo, es bueno escuchar a nuestros hijos y a los hijos de ellos. Se han cargado las más alegres fiestas de nuestros pueblos y ciudades, con tanta improvisación y tamaño lujo que sólo conduce al consumo incontrolado dentro de nuestra precaria economía. No tiene gracia gastarse tanto dinero como lo hacen, habiendo tantas necesidades que atender. Pero bueno, cada cuál es dueño de hacer con lo suyo lo que quiera, aunque no con lo ajeno.  La cultura de los pueblos se pone de manifiesto en estos “programados” días, se ve en la calle y en los recintos públicos, ese afán libertino de aparentar y presumir de lo que no se tiene. Donde no hay tierra no se puede sembrar y mucho menos cosechar en abundancia. Cada cual que haga lo que quiera, pero luego no es grato oír lamentaciones ajenas, requiebros en las resacas, después de haber botado el dinero por la ventana. ¿Hay, si o no, una verdadera crisis económica? Da igual, primero están nuestras fiestas, mañana Dios dirá. Estos son días de consumismo incontrolado, todo el mundo a comprar retales de telas, caretas, baratijas e imitaciones, etc., etc. Hasta que se acaba el dinero y luego la euforia del momento. Algunos lloran de verdad, junto con la sardina, por no haber sido previsores…

Los Carnavales de Tenerife debieran ser subvencionados por los distintos Ayuntamientos, el Gobierno de Canarias y los distintos Cabildos, para poder gozarlos libremente, sin preocuparnos de las hipotecas, los alquileres, los distintos seguros (casa, garaje, coche, vida, ahorros, y algunos más). La compra del mes, ropas y libros del colegio, farmacia, médicos particulares y clínicas, luz, agua y teléfono. Impuestos municipales, multas, abogados… Y un largo etcétera por mencionar. Los Carnavales de nuestras islas canarias peligran, a menos que volvamos a usar las sábanas blancas y las caretas de cartón pintado, como las patillas y los bigotes tiznados. Sería muy lamentable, aunque anecdótico y hasta muy estético. ¿Quién le pone el cascabel al gato? No, tenemos que competir con los de Brasil, los de Venecia, Las Palmas, también los de Cádiz, que gastan menos y gozan más.

Los Carnavales son el negocio del año y como todos sabemos, gasta más el que menos tiene y eso tiene un nombre. Ya nuestras gentes ni cocinan las deliciosas torrijas, un detalle culinario de tanto arraigo popular. Las hay de vino y las hay de leche. Ahora mismo me ha llegado a la mente un recuerdo tan humano como original. Una señora anciana a quien yo visitaba muy asiduamente como profesional, al llegar a su casa la última vez para servirle como Practicante, me sorprendió sobre manera y me llegó al alma su gesto. Como no tenía dinero para compensar mis servicios y aprovechando las fechas de los Carnavales, me obsequió, tal vez el regalo más hermoso que jamás haya recibido, media docenita de huevos para que hiciera en mi casa las torrijas y disfrutara…Que perdonara lo poquito, pero…Al poco tiempo murió. Dios la tenga en la Gloria. ¡Y así tantos casos!..

Otra familia portuense me esperaba para saborear sus ricas torrijas… Han pasado muchos años desde ese entonces y cada vez que paso por esa vivienda les recuerdo con el mismo afecto, ya no están físicamente entre nosotros Aquellos tiempos eran tan distintos, aunque no podemos quejarnos de los presentes días que nos están dados para vivirlos, con más sobresaltos, desde luego, con más desengaños y caras tristes por doquiera. El humor de nuestras gentes casi se ha perdido, cada hogar tiene sus serios problemas económicos y eso debilita el entusiasmo aquel. Parece que hemos madurado un poco más y viendo las perspectivas del momento, no es posible engañarnos y pretender obviar el dramático curso que llevan los actuales acontecimientos políticos y sociales.

Hasta entonces, a ver en qué acaba todo esto, lo de la crisis y por culta de ella tanto paro obrero y por ende las hipotecas, los crueles embargos, tanta corrupción… Tanta poca vergüenza  y desatinos…

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