sábado, 12 de marzo de 2011

ARCHPIÉLAGO GULAG,

TORRENTE (ESE QUERIDO CABRÓN)

ARTÍCULO DE: Lorenzo de Ara Rodríguez
Torrente no es Santiago Segura. ¿Está claro? Y esa película, para algunos muy buena y para otros pura bazofia, se convertirá una vez más en la más taquillera de la depauperada y miserable industria (jajaja) cinematográfica española. Ardo en deseos de verla. Quiero pagar la entrada para disfrutar, para descojonarme, para escupir en la cara de esos paniaguados que dicen entretenerse y ser mejor personas con el cine iraní, paquistaní o sueco.
Si Torrente consigue joder la existencia de tanto gilipollas, si SS hace el milagro de reventar el alma de los bien pensantes, y si la taquilla se entrega abierta y deseosa de fornicación, yo me daré por satisfecho.
Y lo que también quiero es que algún día no muy lejano ese cochambroso invento que llamamos cine español se alimente con su propio dinero. Que los petardos del celuloide no nos pidan favores, y mucho menos dinero. Que se busquen la vida como  hacemos los españolitos de a pie. Que tengan dignidad, un poco de vergüenza y algo de imaginación. Y si no lo quieren hacer, porque ya están acostumbrados a vivir como sanguijuelas, que se retiren, que se manden a mudar, que emigren a Cuba, a Corea del Norte, que busquen la sangre de la que se alimentan en otros cuerpos.
Torrente es un cabrón, un misántropo, un hijoputa a la espera de que alguien (yo mismo) le pegue una patada en los huevos. Es un personaje que no deja indiferente. Es una creación magistral de un sujeto honesto y que no engaña.
Las entregas anteriores hicieron temblar las taquillas. Y también provocó la envidia de esos gentleman del cine patrio. Pero Santiago Segura gana dinero con su cine. No nos muerde el bolsillo. No se adhiere a nuestro cuerpo para chuparnos la sangre y robarnos la vida.
Torrente está más limpio, huele mejor y es más fiable que esos cantamañanas y vagos que se ponen guapos parea pisar una alfombra roja en una noche glamurosa que, obviamente, pagamos nosotros.

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