martes, 17 de mayo de 2011

ART. DE UN VILLERO,

EL d(D)ORADO DE LAS TERESITAS
                                                      ARTÍCULO DE: Agapito de Cruz Franco

Las Teresitas es una dorada playa de arenas movedizas. Movedizas o volátiles tanto da, pues siendo más bien de callao, fue la primera playa artificial de arena de las Islas, que anunciaba ya un destino turístico al sol en Canarias. Describe muy bien ese proceso el portavoz de A.T.A.N. (Asociación Tinerfeña de Amigos de la Naturaleza), Eustaquio Villalba (www.atan.org) cuando afirma: “En 1970 se construyeron las escolleras de la playa de Las Teresitas, se ganó terreno al mar y se cubrió con arena traída del vecino desierto del Sahara, todavía bajo administración española. En 1979 el ayuntamiento construye los actuales aparcamientos y jardines y dota a la playa su actual fisonomía cuyo único cambio ha sido el crecimiento de las palmeras y los árboles. Desde el momento que se propuso la construcción de la playa artificial (En 1957 se aprobó el proyecto de acondicionamiento de la playa) comenzó el largo proceso que se ha plasmado en un complicado enredo jurídico y en importantes cambios en la propiedad los terrenos circundantes”.
Problemas y conflictos que se extenderían con el tiempo a toda el área de Valleseco donde en los años 90 comenzaron las primeras manifestaciones vecinales ante los sucesivos planes de puertos deportivos que afectaban a estas playas, marinas y riberas y a su propia historia. Pero la estrella, por la novela de terror especulativo o de especulación terrorífica (da igual el orden de los factores) que ha acompañado a su proceso, ha sido Las Teresitas. Francisco J. Chavanel, en Canariasahora.com, resume espléndidamente el caso de Las Teresitas que arranca de 1998 cuando los empresarios Antonio Plasencia e Ignacio González crean Inversiones Las Teresitas y solicitan a continuación un crédito de 5.500 millones de pesetas a Cajacanarias que es concedido, dándose la circunstancia de que Ignacio González era vicepresidente de su Comité Ejecutivo y Miguel Zerolo, alcalde de Santa Cruz, Consejero de la misma. A continuación compran todo el frente de la playa y terrenos anexos que tenían una calificación de uso turístico extrahotelero. Tras suspender el ayuntamiento santacrucero toda actividad urbanística comienza a tramitar en 2001 el convenio urbanístico que se aprueba por unanimidad el 21 de julio en medio de una crisis total del PSC entre Emilio Fresco, portavoz municipal y Santiago Pérez Secretario Insular contrario éste último a su aprobación. Sin apenas terminar el proceso el ayuntamiento compra sólo el frente de la playa a inversiones Las Teresitas por 8.750 millones, sin los terrenos anexos de Valle de Huertas y El Cercado. Estos se recalifican en 2003 y se convierten en residenciales de primera línea de playa que son vendidos en un 90% por “Inversiones Las Teresitas” a MAPFRE Inmobiliaria por 17.500 millones de las antiguas pesetas en 2005. Toda una “obra de arte” de la especulación inmobiliaria dibujada por instituciones y empresas que debería estar en el Libro Guiness de los récords, si es que para este tipo de situaciones hay algún apartado en el cubo de la basura tóxica de esta fundación internacional.
Sin embargo, el 15 de junio de 2007 -y tras el recurso administrativo que la Coordinadora Ecologista Popular El Rincón presentara, al considerar ilegal la compraventa de los terrenos de la playa Las Teresitas y el Convenio Urbanístico firmado entre las partes- el Tribunal Supremo emitía una sentencia que anulaba la compraventa de los terrenos llevada a cabo por el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife en septiembre de 2001 por un importe de 8.750 millones de pesetas, porque era "contraria al ordenamiento jurídico". El fallo del Tribunal Supremo señalaba también que la compra se basaba en la existencia de una especie de compromiso entre comprador y vendedor para ponerse de acuerdo en el precio de la operación, que actualmente investiga el Tribunal Superior de Justicia de Canarias tras una denuncia de la Fiscalía Anticorrupción, como comentaba Pedro Guerra en el periódico La Opinión y que hacía que  el socialista Juan Manuel Corrales afirmara que “la reciente sentencia del Tribunal Supremo da la razón a quienes cuestionaron el pelotazo urbanístico y recuerda que la operación de Las Teresitas ha permitido que determinados intereses particulares hayan obtenido unos beneficios de más de 120 millones de euros en muy poco tiempo, recibiendo del erario público casi 9.000 millones de las antiguas pesetas, volviendo a demostrar que esta actuación ha sido todo menos lícita y un claro ejemplo de mala gestión del dinero municipal”
Había sido en realidad en 2005 cuando empezaron las obras de Las Teresitas, con una concepción muy sui generis del dominio público, el cual era transformado por arte de birlibirloque en dominio privado. El proyecto establecía el deslinde marítimo en el muro que separa la playa de los aparcamientos lo que chocaba de lleno con la Ley de Costas como muy bien apuntaba A.T.A.N. en toda la batería de denuncias que interpuso a lo largo del tiempo, ley que establece en su artículo primero, apartado B, punto 1 que son de dominio público “los terrenos ganados al mar como consecuencia directa o indirecta de obras, y los desecados en su ribera”. También dice la ley en su punto 4 –añade el grupo ecologista- que “Los terrenos acantilados sensiblemente verticales, que estén en contacto con el mar o con espacios de dominio público marítimo-terrestre, hasta su coronación”. Con lo que tanto parte de los aparcamientos como la zona del acantilado de los Órganos son terrenos ganados al mar y por tanto de dominio público. Según la Dirección General de Costas, esta nueva forma de entender el deslinde, obedecía a una sentencia el Tribunal Supremo en 1998, deslinde marítimo que coincidía con una propuesta realizada por el Ayuntamiento en base al proyecto para Las Teresitas que resultara ganador, el del arquitecto francés Dominique Perrault, que preveía construir un balneario en la playa, aunque sin saberse a ciencia cierta qué parte de la misma quedaba para uso y disfrute de los ciudadanos y cuál como propiedad privada. Deslinde que sin embargo entraba en contradicción con lo establecido en la Ley de Costas en 1961 actualmente vigente. Según la anteriormente citada A.T.A.N. “el día 28 de diciembre de 2006 tuvo entrada en la Gerencia Municipal de Urbanismo, del que seguía siendo Consejero Director el acusado Manuel Parejo Alfonso, un escrito presentado en el ayuntamiento por la propia Asociación Tinerfeña de Amigos de la Naturaleza (A.T.A.N.), en el que se denunciaban las obras que en esas fechas ya habían empezado a ejecutarse, por estimarlas actuaciones materiales-constitutivas de vía de hecho, no estar amparadas en el procedimiento legalmente establecido para actuar en Dominio Público Marítimo Terrestre, ni ser conformes con la normativa sobre Evaluación de Impacto Ambiental, al tratarse de obras sometidas al citado procedimiento, de conformidad con lo dispuesto en el articulo 7.1 en relación con el Apartado 30 , Anexo I de la Ley Territorial 11/1990 de 13 de julio , de Prevención de Impacto Ecológico. En el citado escrito , igualmente se recordaba que en ese periodo se estaba tramitando el deslinde de los Bienes de Dominio Público que conllevaba el efecto suspensivo del otorgamiento de autorizaciones establecido en el articulo 12.5 de la Ley de Costas, circunstancias todas ellas conocidas por los acusados.”
Aún con todo este galimatías, al comienzo de 2008 y en el contexto de esta novela kafkiana, surge casi como salido de las aguas y cual raro espécimen, el socialmente denominado “Mamotreto”, y que no es otra cosa que un recinto comercial dotado de aparcamientos subterráneos a pie de playa, que motivaría nuevas denuncias de A.T.A.N. ante la Fiscalía de Medio Ambiente. Cuando el Informe de la Fiscalía sobre el “Mamotreto” se hace público en 2011 los ecologistas reflexionaban que “nada más pasar las primeras páginas del extenso informe, la intriga queda planteada ¿Cómo consiguieron eludir todos los impedimentos legales para llevar a cabo su plan? Era contrario al planeamiento, invadía el dominio público, carecía de informe de impacto e invadía las competencias de otras administraciones y, a pesar de ello, consiguieron sacarlo adelante”, concluyendo que aunque las pruebas son concluyentes el final no está aún escrito… Todo un galimatías de retorcidos procesos que, si Kafka viviera actualmente, pudiera haber construido perfectamente una novela que bien podría llevar por título “El d(D)orado de Las Teresitas”.
La “Asociación de Amigos de Las Teresitas, Anaga y su litoral” tiene un enlace electrónico (http://playadelasteresitas.blogspot.com/) donde puede seguirse todo este affaire inmobiliario, así como el resto de la problemática que sufre esta histórica costa santacrucera.

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