martes, 26 de octubre de 2010

ARCHPIÉLAGO GULAG,

EL COMUNISMO CUBANO Y SUS AMIGOS

ARTÍCULO DE: Lorenzo de Ara Rodríguez

Creo que los europeos se han dado cuenta de que el gobierno español sigue enamorado de la dictadura comunista de Cuba. No de cualquier dictadura, porque si hablamos de una dictadura de derecha, ellos, los socialistas, son los primeros en salir para denunciar la presencia de una tiranía imperdonable. Los verdaderos demócratas estamos siempre enfrentados a las dictaduras de izquierda y de derecha.
Pero cuando se habla de comunismo, cuando de lo que se trata es de subir a los altares a los hermanos Castro, entonces la cosa cambia. En un santiamén, esos buenos chicos de la rosa marchita se convierten en adalides de la cárcel caribeña. Nos venden el progreso alcanzado, y nos ocultan –para eso disponen de muchas teles, radios, El País y Público- el infierno instalado después de 50 años de feroz y sanguinario totalitarismo.
En Europa no se dejan engañar. Trini viajó sin Moratinos para enseñar una bonita sonrisa, aunque en la vieja y acogedora Europa ya conocen lo que piensan esos chicos del subdesarrollado socialismo español.
Los demócratas de Bruselas tienen muy claro que el comunismo cubano mantiene intacta la amistad de una izquierda fondeada en el pasado. Y esa izquierda, para vergüenza nuestra, es la que hoy gana elecciones y se baña en la propaganda más arrogante y nauseabunda.
Millones de europeos vivieron bajo el yugo comunista durante muchos años. Murieron con la palabra libertad en la boca. Cuando el Muro se vino abajo, en el viejo continente se oyó un gran clamor. La libertad entraba en las vidas de personas que hasta entonces se arrastraban por las catacumbas, sin aire, sin libertad, controlados por el Gran Hermano.
Pero en España hay todavía siglas políticas y gobernantes que se sienten cercanos a un comunismo depredador. El PSOE trabaja para que Fidel y Raúl Castro pasen a la historia convertidos en buenos hombres. Y también se rompen el lomo para que la dictadura comunista cubana reciba el aplauso, la medalla y la bendición de Bruselas, amén del abrazo del hermano Zapatero, en el fondo, pero sin barba, tan a la izquierda como Fidel.

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