martes, 26 de octubre de 2010

ART. DE UN VILLERO,

NATURALEZA Y BUROCRACIA EN WLADIMIRO RODRÍGUEZ BRITO                                                       

ARTÍCULO DE: Agapito de Cruz Franco

Wladimiro Rodríguez Brito -“mitad universitario, mitad campesino y comprometido con la sociedad toda su vida”, como ha llegado a definirse él mismo- llegó a afirmar durante su etapa en ICAN, que su partido preferido –aparte de éste- era Los Verdes. Algo no debió funcionar en relación a la coherencia con sus planteamientos ambientales, cuando poco después terminaría afiliándose a Coalición Canaria (CC) y pasar así a formar parte del Gobierno Insular.

Ahora que anuncia su retirada. hay que decir de él que durante los dieciséis años que ha permanecido en ese cargo, ha sido un Consejero sobre Medio Ambiente “diferente”, por varias razones: tener una cercanía directa y campechana con el agricultor y el ganadero de nuestros pueblos, apagar fuegos -no precisamente los reales de nuestros montes, sino los que políticamente prendían a su alrededor debido a determinados proyectos oficiales enemistados con el medio natural-, enfrentarse muchas veces al movimiento ecologista sin tener necesidad para ello puesto que lo que tenía que haber hecho era ver en él un aliado en defensa de la naturaleza, perpetuarse en el poder contribuyendo a profesionalizar la política, o, exhibir dos discursos paralelos y contradictorios en cuanto a sus contenidos: el de su faceta como articulista periodístico y el de gestor de la burocracia legal de la Administración.

Para comenzar a desgranar este binomio naturaleza-burocracia en un personaje típico de la transición de la antigua izquierda (hoy enviada a la derecha por el movimiento verde) a la realpolitik –aunque más humano que otros que siguieron esta ruta-, habría que partir de innumerables anécdotas producto de la militancia burocrática del aún Consejero Insular del Área de Medio Ambiente del Cabildo de Tenerife, como aquella, durante el conflicto a raíz de la instalación de un radar en Anaga, en la que llegó a equiparar al mismo nivel el fenómeno de las pateras y la situación en que se hallaba el aeropuerto de Los Rodeos. Viene bien recordar en 2010 la lucha social que generó la oposición a la instalación de este radar en 2004, con manifestaciones por la carretera de Las Mercedes y acampada en la plaza de España durante varias semanas, en lo que fue todo un ejemplo de civismo y reivindicación pacífica directa.

Hay que puntualizar que en el Parque Rural de Anaga la laurisilva peligraba, pero no por los vecinos que la conservaban muy bien, sino por la Administración, que llevaba entonces ya talados 6.000 metros cuadrados, y 1000 más que se pretendían arrasar con las nuevas obras del Radar. Pero en boca de la Consejería eso no eran sino "cuatro plantitas". Lo curioso es que mientras a los vecinos se les ponían dificultades para que adecentasen sus casas, se permitían sin embargo obras de la envergadura del Radar de Taborno. El estilo, el talante -que diría el Profesor Aranguren- de la institución de Medio Ambiente respecto a la "Plataforma contra el Radar de Anaga", fue digno del poder en su estado más cínico: el de la fractura social con el pueblo que le sustenta, con el pueblo que coge el zacho y sigue cultivando papas arrugadas. Ese talante llegó a su punto álgido con la maniobra de intentar enfrentar a los vecinos con los ecologistas usando los registros de las asociaciones vecinales (los vecinos son otra cosa).

El proyecto de un Radar en Anaga fue un atentado al Medio Ambiente por mucho que lo pinten de clorofila sintética mate. La Cruz de Taborno es un Area de Sensibilidad Ecológica, Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA) y Suelo Rústico Protegido. No hacía falta el radar para la seguridad en Los Rodeos. Los radares de aproximación se encuentran siempre a pie de pista. Para el de ruta estaba el Pozo de las Nieves en Gran Canaria, terreno militar donde ya existe uno. Aquí hay que hacer mención al  proyecto “Egnos-Galileo” y las privatizaciones añadidas de AENA imposibles en propiedades militares, la sustitución de los EVA y la modernización de la OTAN. Este Proyecto estaba en relación directa con los otros proyectos de El Hierro (Malpaso), Lanzarote (Montaña Blanca) y el EVA 21 de Gran Canaria. El conocimiento en el año 2010 de la decisión de centralizar en Los Rodeos todos los operativos del Ejército y el Ministerio de Defensa –y que ya estaba planificado en 1982-, seguro que tenía mucho que ver con la instalación de un Radar en Anaga.

Creo que la gestión de este conflicto, reflejó en el responsable de Medio Ambiente insular un perfil típico de esas personas que, mientras en su juventud lucharon por el medio ambiente (nuestro personaje llegó a plantarse en más de una finca platanera de Arona con los agricultores en contra de las urbanizaciones que se terminarían imponiendo), en su madurez, al ostentar responsabilidades importantes en la gestión del mismo, terminaron por hacer realidad el dicho popular de que “una cosa es predicar y otra dar trigo” y que ha venido demostrando el divorcio entre su quehacer periodístico por un lado y la praxis de su Consejería, por otro. De hecho, Wladimiro Rodríguez Brito habla con la sencillez ilustrada de un hombre de campo, e incluso a veces, con la ternura del “buen salvaje” de Rousseau, pero actúa en política como un burócrata institucional e incluso, a veces también, como el más gris de los “urbanitas”.

Un ejemplo más de ello fue la decisión de ubicar el camping internacional de La Tejita en pleno espacio natural. El Plan Director sobre la Reserva Natural Especial de Montaña Roja-La Tejita (que es la figura de protección que posee este espacio natural de El Médano), preveía para él en el tramo final de la década de los noventa del siglo XX toda una serie de infraestructuras: camping internacional con todos los añadidos al mismo como tienda, depuradora, centro de recepción, bar-restaurante etc. (que se construiría por etapas a golpe de talonario "time sharing" europeo), aparcamientos para 150 vehículos, dos pistas para coches, dos centros de información e incluso un mirador, temas estos dos últimos que se terminarían desechando aunque no así los anteriores. Se pensaba demoler elementos rústicos y típicos del lugar y expulsar a las cabras del mismo, lo que sí se hizo, mientras el tratamiento de las basuras y escombreras se preveía realizar al final del proceso y no al comienzo.

Recuerdo que la Consejería criticó al movimiento ecologista en relación a la oposición habida a este camping y a varias de estas iniciativas, porque según la institución insular, aquél, se oponía a que acampara "nuestro pueblo", cuando "nuestro pueblo", consciente de la fragilidad del espacio ya había decidido acampar tres kilómetros más adelante, en El Confital. De hecho, una vez conseguido que no se acampara en el lugar, (en parte por la labor de la citada Consejería) no se logró entender que el Cabildo diera el visto bueno para que se hiciera posteriormente un camping dentro de los límites del espacio natural protegido –una zona además batida por todos los vientos- y expresase que era una estrategia para conservarlo (¡!). Eso que se lo digan a las pardelas deslumbradas por los focos en las noches de luna nueva, o a las aves migratorias que acampan en el mismo y que no saben dónde poner los huevos.

Lo que el movimiento ecologista, y en concreto el TEA, pedía, era que se erradicara por completo el automóvil del espacio natural, no estableciendo en él aparcamientos ni pistas para coches; crear el camping con sus infraestructuras en la playa de El Horno, en El Confital, apenas dos kilómetros más allá en dirección a Los Abrigos y fuera del espacio (justo donde hoy “nuestro pueblo” sigue acampando, pues es un sitio idóneo y resguardado); eliminar todo proyecto urbanístico nuevo, ni dentro ni en los márgenes éste y oeste de la reserva –al norte el límite del espacio natural lo establece la carretera El Médano-Los Abrigos- donde luego “florecerían”, concretamente en su lado occidental, y, abandonar toda idea de establecer centros de información o miradores (pues se pretendía establecer un mirador sobre la cala de Montaña Roja…) En definitiva, lo que el movimiento ecologista quería era que se acometiese la restauración de la reserva con criterios ecológicos y no mercantilistas.

Son sólo dos fotografías del tratamiento institucional recibido por algunos espacios naturales protegidos en los últimos años, pero hay muchas más: el área de Palm Beach en Arona, denunciada en su momento por horadar el Monumento Natural de Montaña de Guaza, y al que la entidad insular llegó tarde, por ejemplo, o, el Malpaís de Guímar: sus límites cada vez más limitados, sus proyectos urbanísticos y de aparcamientos, sus muros, sus cazadores o los destrozos de su cono y laderas en los días de la Romería, por quienes se salen del camino trillado de los siglos y cuya crítica la dejo, por abundante, al colectivo ecologista Tabona. Grupo que el Consejero conoce muy bien, aunque, con la ayuda de la Virgen del Socorro, convendrá conmigo en que los miembros de este colectivo no tienen nada de oficinistas, entre otras razones porque como sabe muy bien, TABONA, no tiene oficina alguna y por techo únicamente la noche del Malpaís.

Y junto a todo ello, el silencio –y no sólo el silencio sino el apoyo entusiasta de las instituciones gestoras del medio ambiente- ante proyectos descaradamente predadores del Medio como el Puerto de Granadilla, el también Puerto de Fonsalía en Guía de Isora en pleno Parque Natural de Las Ballenas, o las grandes superficies que asolan Tenerife y Canarias… Tengo en la retina la permisividad del Cabildo ante el SOS lanzado hace años por la asociación “Pueblo” de Los Realejos, cuando los escombros y el piche de la Avenida de Canarias terminaron sepultados en la Rambla de Castro, otro espacio natural protegido. O la nueva línea de alta tensión desde Icod hasta Guía de Isora, el proyecto de urbanización de Las Teresitas, el olvido agrícola-institucional de El Rincón, las pistas aeroportuarias, autopistas, anillos y zarcillos insulares, incineradoras, hornos MER …

Por cierto ¿a qué tanta inauguración del Parque Tecnológico del PIRS hecho con Fondos de Cohesión Europeos si éste no funciona?; si de los 97.000 T/año de residuos plásticos que año arriba año abajo anda produciendo Tenerife y de las que se pensaba separar el 100%, en lugar de primar el reciclado que para eso se diseñó el Parque Tecnológico, es la venenosa incineración de las basuras la que está ganando la batalla?

El endémico caciquismo insular, por su condición de propietario de la tierra, no es el garante de la conservación del medio. El Profesor Wladimiro Rodríguez Brito, me dijo una vez cuando caminábamos junto al local del STEC (Sindicato de Trabadores de la Enseñanza de Canarias) en La Laguna en 1991, que había que unir esfuerzos con los propietarios de la tierra porque estos, al ser los dueños de los espacios a conservar, eran indispensables en esa tarea. Después de veinte años de esta afirmación, de dieciséis como responsable del área ambiental o agrícola del Cabildo de Tenerife por parte de este geógrafo e historiador palmero, y después de salir de su pluma muchos artículos sobre medio ambiente y con datos gravísimos sobre la pérdida acelerada de suelos agrícolas (57% de terreno agrícola abandonado), he de concluir que ha sido uno de los peores chistes que he oído jamás… Eso sí, su concepción, expresada en algunos de sus últimos artículos como “Wladimirlos” o  “¿Cabras fuera de la ley?” entre otros, de que el ser humano forma parte de estos espacios, de que los animales y los pastos no deben ser erradicados de los mismos, precisamente como elementos clave que son en su conservación y de que todo ello hay que tenerlo en cuenta en las políticas ambientales, o del exceso de leyes medioambientales que afectan a veces negativamente a la agricultura, es algo con lo que estoy de acuerdo aunque con matices (sobre todo si volvemos a la idea wladimirla de unirse a los grandes propietarios de la tierra para conservar ésta) porque puede suceder –como sucede en El Bueno (Arico), que aparezcan más de 2000 cabezas de ganado de un solo propietario arrasando un ecosistema sobreexplotado-. Seguramente, el casi ya exconsejero, estará de acuerdo conmigo en que en la legislación sobre medio ambiente, éste ha sido abstraído del ecosistema y aislado del resto de sus componentes, los cuales, como se sabe y con el fin de mantener el equilibrio ecológico, deben ser interdependientes. Tampoco que ahora uno de estos componentes haga lo que le dé la gana, aunque éste sea agricultor. In medio consistit virtus.

Pero –aparte de asombrarme de que un representante del poder ejecutivo y legislativo se queje de sus propias leyes y por tanto de él mismo- me ha extrañado su empeño por no contar en 2004 con la opinión de los agricultores a la hora de instalar radares como el criticado de los montes de Anaga; en la expulsión de cabras y cabreros que contemplaba el Plan Director de Montaña-Roja-La Tejita a finales de siglo; por –después de su etapa como responsable de Medio Ambiente insular- seguir sin solucionar el problema del reciclado de los residuos y no rechazar de plano su incineración ante la gravedad que ello supondrá para la agricultura, los seres humanos y el medio en general; el que fuera declarado persona non grata por los agricultores de Vilaflor ante la postura del Cabildo en relación con las Torres de Alta Tensión… Hasta qué punto naturaleza y burocracia han coincidido o se han enfrentado durante el largo periplo institucional de Wladimiro Rodríguez Brito se lo dejo a las hemerotecas. Pero en definitiva hay algo claro: no se puede repicar y estar en misa, nadar y guardar la ropa. Ser y no ser. That´s the question..

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