sábado, 13 de noviembre de 2010

TURISMO Y OTROS,

AUTOFINANCIACION
ARTÍCULO DE: Lorenzo Soriano
Tendremos que acostumbrarnos a cambiar de pensamiento sobre nuestros “derechos” de una manera tan drástica, que ni nos lo imaginamos. Tampoco es que queramos aceptarlo, ni siquiera oír hablar de ello. Por otra parte es lógico, ya que pasar de la Champions League a los últimos puestos del ranking financiero mundial no es plato de gusto a tragar. Pero era mentira.                            
Si bien decir que con respecto a Europa somos como Haití, pueda sonar exagerado, lo cierto y verdad es que los derechos y prerrogativas con las que han nacido muchos, otros han ido adquiriendo, y disfrutándolas casi todos, ahora se han acabado.  Las pocas que nos puedan quedan, se diluirán en escasos meses. Y será para todos, o la inmensa mayoría, no crean, que de esta escaparan muy pocos en este país. Jamás entenderé esa manía de los gobiernos de ofrecer derechos no ganados a parte de los ciudadanos o foráneos, quizás simplemente por conseguir su voto, que les mantenga en el poder, aun sabiendo que llevan a la ruina al País entero. Son absolutamente despreciables, aunque a corto plazo puedan parecer “benefactores” para algunos. Aquí estamos y así estamos por estos descerebrados populistas aferrados a su poltrona, de la que no los sacaremos fácilmente sin pasar a mayores.   
Bien, yo hasta hace muy poco no veía salida alguna, salvo soluciones que no quiero siquiera mencionar. Sin embargo creo que hay una opción, una lucecita al final del túnel, minúscula y complicada de divisar, pero al menos es una.  Les explico; dado que deshacer el estado de las autonomías resulta de todo punto impensable, ya que somos incapaces de ver y actuar como seres racionales ante la insostenibilidad del modelo, y no queremos aceptar que somos “paupérrimos”, y no opulentos, se deberá, de inmediato, diseñar un pequeño pero firme modelo de autofinanciación. A todos los niveles. Salvo los discapacitados, incapacitados o enfermos, dependientes o jubilados, todos, sin excepción alguna, debemos de autofinanciarnos.     
 Así pues, las Autonomías que quieran seguir en sus “machitos”, colocando a clientelismo y haciendo disparates de gasto, sin rigor ni control, deberán de financiarse ellas solas, recaudando de sus contribuyentes los dineros necesarios para su sostenimiento y sin capacidad alguna de endeudarse o endeudar a generaciones futuras. Las que no puedan, o sus sensatos contribuyentes lo impidan, no votando a los “nepotes” derrochadores,  se asociarían en una mancomunidad y cederían al Estado el control de los asuntos públicos disolviéndose al completo, salvo en pequeños residuos de identidad o representación. Se mantendría la cuota Estatal y la autonómica, si se desea, que se le exigiría a quienes voten que quieren la nefasta Autonomía. Llevamos 30 años con las mismas normativas dizque constitucionales y nadie nos ha vuelto a preguntar si las queremos o no, si queremos republica o no, y si queremos este modelo o no. Ellos, sus beneficiarios, no nos lo volverán a preguntar, aunque las cosas hayan cambiado.    
Y vaya que no ha cambiado el asunto.   
Los Consistorios, Cabildos y/o Diputaciones, igualmente, se autofinanciarían únicamente de lo que se recaudare de sus ciudadanos, y lo que no se puedan permitir por no haber recaudación que lo sostenga, pues no se hará. Además de agruparse por territorio o población mínima, hasta reducirse a un tercio de lo existente, que la difuminación es terrorífica y carísima.
Qué decir de los Sindicatos, Patronales, Cámaras, Consorcios, y de todo. Solamente se sostendrían los que se puedan financiar con la recaudación propia, de sus alegres, agradecidos y voluntarios afiliados. Esto es con la autofinanciación. Está claro, que intentando mantener este tinglado con esta dimensión y este gasto es imposible que esto resista y a la fuerza ahorcan. Como, parece que no se puede prohibir que hayan esos cientos o miles de Instituciones, al menos que se autofinancien. Y lo que no podamos permitirnos, no nos lo permitiremos.
Por último, no podemos extender a todos, o hacer universal los derechos, las prerrogativas y las atenciones a todo el mundo que nos visita o a individuos que sin aportar ni haber contribuido nunca nada, o escasamente, solicitan igualdad en los servicios. No es posible. Es de buen corazón desearlo, pero es imposible pagarlo cuando se les exija a los ciudadanos un esfuerzo imposible, pues imposible será, y habrá dos caminos. Desmantelar el modelo o pagarlo del bolsillo únicamente de quien lo desee y acepte. Veríamos muchos cambios que ahora parecen imposibles o muy lejanos. Es una buena vacuna, créanme.   
A reflexionar.

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