lunes, 31 de enero de 2011

DESDE EL PUERTO,

ACERCAMIENTO A LA HISTORIA DEL “CASINO DE LOS CABALLEROS”

ARTÍCULO DE: Melecio Hernández Pérez

En 1917, el entonces alcalde del Puerto de la Cruz  Melchor Luz Lima,  presidía la junta directiva. El presupuesto-11.807.78 pesetas- cubría los gastos anuales de alquiler del inmueble, 1200 pesetas anuales; sueldos, 1.250 pesetas; alumbrado, 800 pesetas; periódicos, 350 pesetas, y otros menores, con un remanente de 5.947.78 pesetas. Al trasladar los salones de recreo al piso que ocupaba el conserje e introducir reformas y mejoras en el mismo, se convino aumentarle el sueldo para que pudiera vivir con su familia en una casa de alquiler. Por otra parte, ante las vacías arcas municipales, en sesión del 23 de mayo se acordó un empréstito del casino de 6.000 pesetas al 6.25% de interés, operación en la que intervino el banquero Nicolás Dehesa de Santa Cruz de Tenerife. El número de nuevos socios admitidos en el año fue de doce, entre ellos, G. B. Parker, Cristóbal Castro Díaz y Juan González Sanjuán. El ejercicio se cerró con la elección de la directiva de 1918 que pasó a presidir Rosendo Méndez García, y Sebastián Castro Díaz, en calidad de secretario.

La crisis internacional como consecuencia de la Primera Guerra Mundial alcanzó a la economía de las islas, incluso, se vio reflejada en este género de sociedades privadas. Aparte de producirse varias bajas y reducción de asistencia a las reuniones, se incrementó el número de morosos a los que se les conminó al pago de las cuotas atrasadas, siendo por esta causa muchos de ellos excluidos del registro de socios. Uno de ellos adeudaba 39 mensualidades, y otros pidieron su exclusión con la promesa de abonar las cuotas pendientes. Se eligió para el próximo año junta directiva a presidir por Francisco Machado Pérez, y Antonio Castro Díaz de secretario.   

La Federación Obrera del Valle de La Orotava, bajo la dirección socialista,  organizadora de la lucha reivindicativa de los trabajadores agrícolas, citó al presidente del casino para el mitin del 1º de mayo de 1919, pero asistió un socio supernumerario. En el casino, la demanda de nuevos socios seguía en declive; los únicos registrados fueron Tomás S. Carpenter, Domingo Sotomayor y González de Chaves, Narciso Reverón Trujillo, Alberto Cólogan y Cólogan VIII marqués de Torre Hermosa, Miguel A. Galloway y Manuel Pérez Cabrera. El marqués de Torre Hermosa resultó elegido presidente, y Francisco Pérez Trujillo, secretario. Este último renunció al cargo y fue reemplazado por Juan González Sanjuán, al igual que el vicepresidente electo Felipe Machado Pérez a quien sustituyó Guillermo Wildpret Duque, el cual, por defunción en 1919 del presidente nominado, pasó a ocupar la vacante. En 1920 se registraron los socios Pedro González de Chaves, Germán Reimers Duque, Manuel González Jorge, Manuel Benítez, César Bersan, José Pérez Trujillo, José González de Chaves Rojas, Francisco J. Olivera, Valeriano García Herreros y Martín N. Banaclongh. Ante este impulso alentador, a pesar de que la vida laboral y económica de la población seguía sin evolucionar, se hizo patente un elevado número de socios que no se pusieron al corriente en sus cuotas, por lo que se colocó en la tablilla de anuncios la lista nominal y las cantidades que adeudaba cada uno de ellos. La sociedad, que tenía la necesidad de aumentar sus mermados recursos, arrendó a Juan Machado Hernández los salones de recreo por dos años y 350 pesetas mensuales para el primer año y 500 para el segundo, reservándose el casino el derecho a celebrar espectáculos en dichos espacios. En 1921, dos son los nuevos socios: Domingo de la Sierra y Cándido Rodríguez Hernández. La elección de presidente y secretario recayó en Francisco Tolosa García y Victoriano García Herreros. El tesorero electo Sebastián Castro Díaz, que había desarrollado con eficacia diferentes cargos, causó baja en 1922 por “tener que ausentarse de esta localidad por tiempo indefinido por asuntos propios”. La junta en pleno hizo constar su “sentimiento por el cese de una persona por todos conocida que reunía excelentes condiciones por sus elevados dotes intelectuales y morales, hombre de buen pensar y trato afable, de honradez sin tacha y de indiscutible acierto en cuantos asuntos intervenía”. Reemplazó a Castro Díaz, Germán Reimers Wildpret.

(Continuará)

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