sábado, 16 de abril de 2011

LOS REALEJOS AL DÍA,

LA SEMANA SANTA EN EL REALEJO BAJO Y UNA MIRADA RETROSPECTIVA EN EL TIEMPO  

ARTÍCULO DE: Esteban Domínguez

               La Semana Santa debe ser unos días de compromiso serio del creyente y que no podemos olvidar pasado el Domingo de Gloria. Son unas fechas que deben de calar muy hondo en el sentir de todo cristiano. Rectificando formas de comportamiento con el prójimo. Ayudar a los enfermos es otra de nuestras obligaciones como cristianos y acudir a la iglesia un deber esencial si nos consideramos cristianos e hijos de Dios. Entre otras consideraciones esenciales que están en la mente de todos
              
               Si recordamos aquellos años primeros de nuestra infancia, no cabe duda que la Semana santa ocuparía un lugar destacado en nuestra memoria, pues en días tan señalados como los presentes, nuestros padres y familiares nos llevaban a la iglesia para vivir los actos litúrgicos que allí se celebraban. Y lo hacíamos con ilusión, contemplando aquellas bellas imágenes, aunque no comprendiéramos el significado ni lo que ellas representaban. Pasaban los años, y siempre nuestra mirada iba como una flecha al blanco, a contemplar aquella imagen del Cristo en la Cruz, o a contemplar a la Virgen Dolorosa.

               La iglesia desprendía olor a incienso y las aromas de las flores rodeaban el templo. Tronos e imágenes nos llamaban la atención, pero de forma mayor, ver la Urna donde era depositado el cuerpo del Señor.

Los Sermones de los mejores oradores sagrados, traspasaban nuestros sentimientos. Palabras unas que comprendíamos y otras que se perdían en la ignorancia, pues con nueve años de edad era muy difícil comprender a los oradores.

               Nos llamaba mucho la atención el Sermón de las SIETE PALABRAS en la tarde del Viernes Santo. Momento en el cual un sacerdote subía hasta el trono del Crucificado, mientras otro sacerdote desde el púlpito pronunciaba el Sermón tan esperado del descendimiento, mientras el orador que se encontraba cerca del Crucificado, procedía a quitarle la corona de espinas y los clavos que lo sostenían junto a la Cruz. Momentos estos en que nuestros infantiles ojos ya dejaban de pestanear ante aquel importante momento.

               Ya el Cristo descendido de la Cruz, era colocado en la Urna, y la corona de espinas y los clavos eran depositados a los pies de la Dolorosa.
Y hasta que llegara el momento de la procesión del Santo Entierro, la Urna con el Cristo Yacente era expuesta en el presbiterio. Allí acudian mujeres, hombres y niños a besar las manos del Señor Difunto, mientras el murmullo era patente en el templo tras la celebración del oficio religioso.

Al caer la tarde, se organizaba la procesión del Santo Entierro, que partía desde la parroquia de la Concepción, hasta San Agustín, acompañada del clero parroquial, y la Hermandad del Santísimo, y cofradías de aquellos años, junto a una escuadra de soldados de Ejercito que custodiaban la Urna. A su regreso al templo, se procedía a dar sepultura al cuerpo del Señor bajo la atenta atención de los numerosos fieles que llenaban la parroquia.

Alli, junto al Sepulcro dos sacerdotes tomaban el cuerpo del Señor que era mostrado a los fieles en tres momentos distintos. Por ultimo era daba lugar a que la luz del templo se apagara durante unos segundos. Otro mormullo se oye dado el momento de aquel acto tan esperado, mientras un orador desde el púlpito toma la palabra para describir aquel emocionante acto. Despues la procesión de La Soledad con la Dolorosa y San Juan en la llamada procesión del silencio y las velas, pene fin a los actos litúrgicos del VIERNES SANTO.

Pero si emotivo era la celebración ya comentada, también lo era el ENCUENTRO del Viernes Santo por la mañana. Acto que congregaba a gran cantidad de gentes y que a tenido varios puntos de partida.

La predicación en el Calvario era muy conmovedora y seguida por numeroso público. Alli acudian las imágenes de San Juan, la Magdalena, el Nazareno y la Dolorosa. Para San Vicente era trasladado el Crucificado una noche antes, ya que después del acto del Calvario, el Cristo en la Cruz regresaba junto a las imágenes ya comentadas hasta su llegada el templo. Procesiones que eran acompañadas por la Corporación en Pleno, y Banda de Música La Filarmónica, asi como una banda de cornetas y tambores que lo hacía en la procesión Magna  del Santo Entierro del Viernes Santo en la cual se procesionaban 17 pasos, pero que lejos nos queda ya esta realidad.
Lo que si es sierto es que a pesar del incendio que se llevó todas las imágenes que se procesionaban en la Semana Santa de la Parroquia del Realejo Bajo, salvo la Virgen de Dolores que se encontraba en casa del Padre Siverio, y que pertenece al escultor Rodríguez de la Oliva, la Semana Santa en el Realejo Bajo se ha ido restableciendo gracias a las donaciones de imágenes que los vecinos han ido donando, la mayoría de ellas, esculpidas por el inolvidable escultor orotavense, el entrañable amigo Ezequiel de León y Domínguez, quien ha dejado en esta  parroquia un valioso legado salido de su prestigioso buril.

En difinitiva, de la Semana Santa en esta parroquia, hay muchas cosas interesantes que contar. Lo mismo ocurre en la querida parroquia de Santiago Apóstol. Cada una de estas parroquias mayores con sus respectivas historias, pero lo fundamental a parte del arte de las imágenes y sus autores, és, que la Semana Santa en Los Realejos tiene sus profundos orígenes, y nada tiene que envidiar a otras parroquias, pues la Semana Santa Realejera la hace grande el, pueblo que llena sus parroquias, las muchas parroquias que tenemos y que  gracias a Dios, se siguen llenando cde fieles en conmemoraciones tan importantes como lo és en este caso, la Semana Santa o Semana Mayor donde los fieles participan de forma activa al igual que nuestros antepasados lo hicieron en otros tiempos.

También es verdad que las Cofradías le han dado otro giro e impulso, pues si bien en épocas pasadas era muy difícil encontrar costaleros o cargadores para sacar a la calle los distintos pasos procesionales, hoy en día, las Cofradías han superado aquellas dificultades, además de darle más esplendor y brillantez a la Semana Santa

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