miércoles, 15 de diciembre de 2010

DESDE EL MUELLE,

1º CENTENARIO DEL NAUFRAGIO DEL TITLIS EN PUNTA BRAVA
           
ARTÍCULO DE: Agustín Armas Hernández.

 Anverso y reverso de la medalla concedida a D. Ángel Armas Alvares Por intervenir en el salvamento del Titlis en 1910

Estos últimos años, han naufragado muchos barcos, grandes y pequeños. Unas veces  suceden por fallos humanos y otros por los  huracanes que se forman, en la actualidad, con tanta frecuencia en todo el mundo. Yo no sé por qué razón siempre que sucede alguna desgracia de este tipo, como la  de estos días en el Cantábrico, Costa de Galicia, me recuerdan, aunque no hubieran victimas,  los actos de heroísmo de los socorristas en el famoso naufragio ya lejano, entre los peñascos de Punta Brava, Puerto de la Cruz.

Hasta primeros años del siglo XX La Brava (actual Punta Brava), dormía el sueño de los tiempos. No era más que una lengua volcánica-rocosa que se introduce provocativa, desafiante en el Mar Océano del norte tinerfeño, rincón aislado, distante de la costa de un pueblito, también rebautizado, antes «Puerto de Orotava» hoy Puerto de la Cruz. Grandes masas rocosas semisumergidas unas y aflorando a la superficie otras han sido motivo de alarma y preocupación para todos los marinos y capitanes del barco que con frecuencia solían visitar el muelle portuense en aquellos años, para cargar los ricos frutos del fértil valle de La Orotava.

 No eran infundados estos temores. Pues en la madrugada del 11 de diciembre de 1910, un grito desgarrador hirió el espacio etéreo ¿Qué pasa? se preguntaban los desvelados y soñó-lientos portuenses, como intuyendo que algún fatídico acontecimiento ocurría en ese preciso momento. Eran las cinco matinales de la citada fecha, un fuerte temporal de viento y mar gruesa batía la costa. Se trataba de un barco, un gran barco, el «TITLIS». Las rocas del «veril de la brava» rasgaron su vientre, hasta las mismas entrañas. Un agricultor de la zona, alarmado por el rugir de la sirena del buque agonizante, después de acercarse al lugar y ver lo ocurrido, corre hacia el Puerto de la Cruz y avisa a las autoridades locales. Seis personas se dan prisa en llegar al lugar; eran Sebastián Castro Morales (el que más tarde dirigiría las operaciones de salvamento). Francisco Álvarez García, Gregorio Montes de Oca García, Isidro Ramos, Pedro Mesa López y mi propio progenitor, Ángel Armas Álvarez. «Manos a la obra» gritó don Sebastián, dando ánimo a sus compañeros, mientras se acercaban al carguero siniestrado. Más... uno de ellos al cual conocí muchos años después del incidente, viendo, que barco y tripulación se hundían por momentos, arrebatado de valentía,¬ coge una soga -preparada previamente- y se lanza de risco en risco hasta llegar¬ cerca de la proa, donde estaba concentrada la desesperada tripulación. El TITLIS era un vapor noruego de acero, aparejado de goleta, que fue construido en los astilleros Neyland (Oslo) en 1904.Tenía un tonelaje bruto de 1.407 toneladas, una eslora de 231 pies 35 de manga y 20 de calado; venía al mando del capitán Kristian Andersen, con una tripulación de 18 hombres, de los cuales 4 desaparecieron, arrebatados por las olas, cuando agarrados de la susodicha cuerda intentaban llegar a .tierra firme. Después de este catastrófico acontecimiento que conmovió el corazón de todos los portuenses, concretamente el día 15 del mismo mes, el comité de turismo de la localidad organizó una función benéfica,- según folleto de la época- en ayuda de los marinos supervivientes y familias de las víctimas, gran éxito tuvo dicha acción, que se celebró en el cinematógrafo del ex convento de monjas. Reinaba en Noruega en aquellos años el rey Haakon VII y, de acuerdo con su gobierno decidió galardonar con medallas y pergaminos alusivos la gesta de estos valientes e intrépidos socorristas portuenses. Sin su intervención, hubieran perecido todos los tripulantes del buque. Durmieron durante muchos años los restos del navío en las profundidades. Pero llegaron tiempos nuevos y sofisticadas técnicas tanto para escudriñar las entrañas de la tierra como las profundidades marinas. Pues bien, el año 1980, los alumnos del colegio Montessori de Santa Cruz de Tenerife realizaron una serie de actividades en el Puerto de la Cruz que -con la colaboración de la Escuela de Buceo de Tenerife y otros ciudadanos portuenses- culminó extrayendo del lecho marino la hélice del TITLIS. En un acuerdo muy inteligente, el 25 de junio de 1980, dicha hélice fue donada al populoso barrio de Punta Brava y quedó en un sencillo pedestal para que todos, tanto lugareños como foráneos, recuerden no solamente a los fallecidos en el naufragio, sino también a los valientes portuenses que arriesgaron su vida por el prójimo. Al acto de entrega de la hélice, ahora ubicada en la plaza de Manuel Ballestero, (en la actualidad está frente a la Iglesia de Santa Rita) asistieron además de cónsul de Noruega, señor Limberg, representación del Cuerpo Consular Acreditado en Tenerife, jefe de la Policía Nacional, párroco del barrio, alumnos del colegio Montessori con su director, familiares de los que intervinieron en el rescate de los náufragos y mucha más gente. El barrio portuense de Punta Brava empezó a crecer y tomar auge en la década de los años 50, cuando la corporación municipal con su ilustre alcalde don Isidoro Luz Cárpenter decide donar solares de aquella zona rocosa a personas necesitadas del lugar. Hoy, sin duda, es Punta Brava el barrio más bonito y populoso de la ciudad turística. Una gran avenida que lleva el nombre del recordado Paco Afonso -el que fuera alcalde de la ciudad y gobernador de Tenerife- une el barrio con el centro de la ciudad. Algunos me dicen que a ver si llego a ser tan heroico como mi recordado padre. Si el Señor me concede una ocasión, que también me dé fuerzas para no degenerar de mis antepasados. Lo mismo deseo para los descendientes  de los demás socorristas.

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