sábado, 12 de febrero de 2011

ART. DE UN PORTUENSE,

SACRILEGIOS DESDE LA DISTANCIA COMO GOTAS DE AGUA QUE CAEN

ARTÍCULO DE: Celestino González Herreros

Pienso que estoy en lo cierto, cuando creo en el deterioro de nuestros elementales principios sicológicos respecto a la convivencia social de los pueblos y sus gentes, por falta de esos valores tan añorados en nuestra actualidad; de ciertos conceptos determinantes sobre el respeto mutuo entre los hombres, la solidaridad humana, el tema de la Urbanidad social, y tantos otros elementos insustituibles que nos afectan en todos los ámbitos... O, al menos, la pérdida lamentable de muchos de ellos, que han cuestionado esta lamentable declinación moral en que todos nos amparamos, con más o menos apego hacia esa equivocada "libertad"  que con sus influencias ha roto el equilibrio cívico y social; y del cual queremos presumir sin entender, siquiera, la idea de su esencia Hay una felicidad ficticia que yo no trato de turbar con lo que digo, es el éxtasis de los tiempos actuales: sonreír sin ganas, tender la mano al vacío Aceptar la derrota espiritual, y tantas veces personal, como si fuera un regalo místico. Y un desasosiego "mecánico" que ridiculiza todos nuestros esfuerzos por sentirnos un poco mejor, quizás buscando aquellos causes perdidos que aun conservan formas en nuestro no lejanos recuerdos, cuando cada hombre era digno de todos los respetos, por pura condición, independientemente de la etapa socio económica que estuviera viviendo en esos momentos. Hallar aquella identidad propia de cada persona, con sus defectos y virtudes, respetando en todo momento sus destinos, ese sentimiento solidario se transmitía de una generación a la otra como algo natural. Hoy, con tremendas dificultades para lograr encajar en la verdadera dimensión que nos obliga andar con otro acierto y a dar los pasos más seguros, porque ir sin saber a dónde, da mucho que decir, amen de cuanto se quiera pensar.

Me gusta, lo digo con insistencia, ir donde se esconden aquellos rasgos tan necesarios donde se ocultaban las herencias étnicas que nos permitían vivir aquella intimidad social tan sosegadamente. Cuando nuestras Islas Canarias eran un Paraíso ciertamente conmovedor. Había respeto y paz, para todos por igual. Fuimos un ejemplo de indestructible amor. Y siempre fuimos nostálgicos de todo lo que íbamos perdiendo Y todos sabemos cuando comenzó el deterioro de esa paz extraordinaria, yo lo recuerdo muy bien; entonces, o la gente era más buena y era menos exigente entre nosotros mismos, o ha cambiado todo para ser peores de lo que antes fuimos. Esta nueva sociedad de consumo cambió todos aquellos deliciosos esquemas, se nos impuso la modernidad, y el consumidor "borracho" de novedosos atractivos en  reactivas ofertas, se embargó aceptando toda suerte de condiciones. Entonces hemos perdido gran parte de nuestra histórica identidad y sus delicados atractivos. El encanto de nuestras costumbres y el sentimiento natural de aquellas sanas interpretaciones étnicas, dejó morir pausadamente lo que ya no podremos recuperar tan fácilmente Toda ambición llega al engaño de nuestros propios sentimientos, y, hemos sido cada uno de nosotros los propios verdugos de nuestra desesperación...

¿Cuáles han sido nuestras conquistas? ¿Qué tenemos que celebrar...? Qué doloroso es animar las fiestas ajenas y recordar la sangre de los nuestros; con el descaro de la impasibilidad descarada de que tantos presumen. ¡Qué triste es, diría que siempre, recordar la historia de nuestros pueblos desmembrándoos injustamente por su indefensión y hasta mal nutridos!.. Aquellos que murieron heroicamente por defender a sus mujeres y a sus hijos, en definitiva, a su raza guanche... ¡Qué doloroso!

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