sábado, 23 de abril de 2011

ARCHPIÉLAGO GULAG,

VOTAR
ARTÍCULO DE:  Lorenzo de Ara Rodríguez
Aunque el asco impere, a pesar del tedio, de los sucesivos engaños, de las zafias manipulaciones, de las mentiras y los privilegios; aunque las listas de los partidos políticos sirvan para albergar a los mediocres, miserables, zalameros y taimados; aunque nos encontremos superados por el desaliento, por las patrañas de los poderosos y de los que aspiran a ocupar un despacho laboral; aunque el panorama es tétrico y el hedor que desprenden los protagonistas es peligroso para la buena salud mental de los vecinos, lo que no podemos hacer es quedarnos en casa. Votar es importante, es más importante que maldecir, es más importante que el silencio, es más importante que la barra libre para esos aficionados al latrocinio democrático.
En las ciudades como la mía, votar es una hazaña. Lo es porque concurren todas las penalidades para que el portuense prefiera quedarse en casa. Sin embargo, yo animo a que se vote. Votar en libertad.
Cuando el miedo desaparezca, cuando la sumisión y la doblez se proscriban, cuando los amigos políticos no engañen y no se prostituyan, cuando los imputados no se coloquen, cuando los delincuentes no se tengan en cuenta para confeccionar listas perdedoras y rastreras, y cuando la transparencia se consolide como lo más natural, entonces la abstención no se temerá, y dejará de ser un enemigo bien armado para quebrar la hegemonía de la democracia.
En las elecciones del 22 de mayo algo se juega Puerto de la Cruz. No sé si lo que está en juego es muy importante. Soy de los que opinan que el pesimismo no es malo por naturaleza. El pesimismo, si se sustenta en el pragmatismo, es un elemento esencial para saber afrontar los problemas. Y Puerto de la Cruz tiene infinidad de problemas.
La política local, la que viene pergeñándose desde hace décadas, es calamitosa y dañina para los intereses de la ciudad. La que otrora era una ciudad líder, hoy se esfuerza por seguir teniendo voz en el norte de Tenerife. Mientras La Orotava y comarcas naturales como la Isla Baja han conseguido afianzar un liderazgo, mi ciudad, en manos de juglares de la política, se ha despeñado por un peligroso barranco. Avanza a paso de tortuga, se alimenta de un turismo pobretón y mantiene una oferta turística y de ocio que palidece ante lo que ya es un atractivo innegable en el Sur y zonas concretas del Norte.
Votar es mucho mejor que rascarse la barriga. Es mejor meter la papeleta en la urna que no hacer nada. Aunque a veces pensemos que votar no sirve para nada. Votar tiene algo de revolucionario. La libertad es más saludable cuando el voto está más allá de la ramplonería, la chabacanería y la obscenidad de los profesionales de la política.
300 fueron los espartanos que se enfrentaron a Jerjes en las Termópilas. Todos murieron defendiendo la independencia de Grecia. El ejército Persa era el más numeroso y mejor preparado del mundo conocido. Puerto de la Cruz no tiene un rey Leónidas capaz de liderar a los portuenses dispuestos a trabajar (en este caso) por el bienestar de los vecinos.
Las Termópilas (vía de entrada al Peloponeso) fue el marco para una gesta de hombres libres. En mi ciudad hay un páramo para los demócratas y un festín permanente para los llamados servidores públicos.
Pero el 22 de mayo hay que votar. No sé el qué. Lo que sí sé es que la náusea sigue creciendo, y Sartre se lee para morder las horas de espera

No hay comentarios:

Publicar un comentario