Adriano Borges. Como dice la canción “Cambia, todo cambia”, y una de las necesidades que el Municipio de Los Realejos pide a gritos es un cambio en toda regla, una vuelta de tuerca. No se puede seguir viviendo de la herencia socialista desde que hace 8 años la confianza fue depositada en quienes, a la postre, vivirían ninguneando ciertas zonas de Los Realejos y dando propinas a otras, en una injusto, pero real, reparto de las pocas iniciativas surgidas en el seno de Coalición Canaria.
El bienestar social es un bien que se gana con tesón y trabajo, con ganas y proyectos, con consenso. Mientras la mirada de CC se desviaba hacia otras latitudes, núcleos poblacionales como el de La Montañeta se estancaba en una especie de duermevela colapsando el proceso que había experimentado el barrio antes de 2003. Curiosamente el último año y medio ha representado para el Partido Socialista todo un reto hacer reaccionar al grupo de CC sobre necesidades básicas y primordiales que demandaba los ciudadanos de a pie, vecinos y vecinas del barrio. Un ejemplo claro lo tendríamos en la demanda ciudadana, puesta en boca de los socialistas realejeros, de conseguir pasos de peatones elevados en la Carretera General cuyo tránsito de vehículos habitual supone un peligro añadido para los ciudadanos. La sorpresa viene después de haber sido aprobada en pleno la moción presentada por el PSOE en el mes de Mayo del pasado año: a día de hoy nada se ha hecho para paliar esta situación. Otro ejemplo lamentable es el de la Cripta o el del centro sanitario. Desidia, desidia, desidia.
Son muchas las iniciativas que deben hacerse realidad en La Montaña; iniciativas para frenar el desempleo, prestarle interés a la sanidad, velar por la seguridad vial, fomentar el deporte como vehículo canalizador de la juventud y su problemática social, el acceso a la información con puntos wifi de los que se valgan los vecinos y vecinas de la zona, educación, vivienda, acabar con la lacra de aquellos colectivos en riesgo de exclusión fomentando la educación como vínculo hacia la accesibilidad a un empleo, y un largo etcétera que tocaría a su fin siempre y cuando se produzca el cambio, el necesario cambio para equiparar las distintas zonas del Municipio, el ansiado cambio.
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