UN NORTEÑO,

DULCE PONTES EN LA OROTAVA

ARTÍCULO DE: Evaristo Fuentes Melián

Querido lector: Dulce Pontes, ¡espectacular!  Me dices que fuiste, pero no te vi. Es que hubo llenazo. Fue un espectáculo, el mejor de las cinco ediciones del  Musitemático que organiza el amigo Jairo Núñez, según me comentó Felipe  Hernández, alias Felipe Hermida, a la salida de la Sala Auditorio Teobaldo Power. Opinión que comparto, ¿tú, no?

   Pero el crítico (yo) debe buscar algún defectillo. Y volvemos como en otras ocasiones a los decibelios tan altos. Si le hubieran bajado algo el volumen al micro de la excelente cantante, ¿no hubiera sido mejor?

    Lo confieso: las tres primeras canciones (lamentosas) con ella al piano, el batería atrás  y el músico de viento solitario al fondo derecha, me parecieron aburridas,  de ganas de salirme al vestíbulo. Pero, de pronto, irrumpió en escena la orquesta completa (guitarra, guitarrón, requinto y violonchelo) (perdóname, querido lector, si me equivoco en el nombre de algunos de esos instrumentos de cuerda) y, a partir de ahí, empezó la gloria, el embeleso, el ritmo afro-galaico. No hay que olvidar que los norteafricanos llegaron hasta el Norte de la Península Ibérica, estuvieron casi ocho siglos y dejaron marcado al territorio y a sus habitantes, además de con otras facetas vitales, con su folk y su arquitectura, que posteriormente algún eclesiástico católico atrevidillo se atrevió (valga la redondancia) a desfigurar con reformas  vinculadas al culto cristiano (he ahí, verbigracia, la Mezquita cordobesa).

    Epílogo: Dulce Pontes, su actuación, su entrega in crescendo, su orquesta, todo fue una maravilla, que me recordó a la actuación (en la misma sala, entonces Teatro Cine Orotava) de los soviéticos  con su Orquesta de Instrumentos Populares, la vez primera, el 21 de octubre de 1973. ¡Son dos tiempos coincidentes en medio de una elipsis variopinta!

                                                                                    ESPECTADOR