viernes, 22 de octubre de 2010

VILLEROS ILUSTRES,

DON EMETERIO GUTIÉRREZ ALBELO

ARTÍCULO DE: Bruno Juan Álvarez Abréu

PERSONAJE ILUSTRE NACIDO EN ICOD DE LOS VINOS QUE TRAIGO A MI SECCIÓN DE TERTULIA VILLERA, DON EMETERIO GUTIÉRREZ ALBELO, UN POETA UNIVERSALISTA.

Su ciudad natal fue la bella localidad de Icod de los Vinos (Teneri­fe), un 20 de Agosto del año 1.905.
Es muy posible que el ambiente en que se desenvolvió desde su ni­ñez influyera en una inclinación literaria, ya que su padre fue un valio­so cronista-historiador de la ciudad norteña, y allí mismo pasó su ado­lescencia y su juventud. Allí también realizó los estudios de bachillera­to y, en la Escuela Normal de La Laguna, la carrera de magisterio, con­sagrándose de lleno a la Enseñanza.
Es en el año 1.936 cuando contrae matrimonio con la distinguida señora doña Donatila Arienza, de cuyo matrimonio nacieron tres hijos: Ana Rosa, casada con Hans Güter Kraemer (de Colonia-Alemania); Mercedes, casada con el orotavense Antonio Fernández García, y Car­men Paz Gutiérrez Arienza, casada con el madrileño Juan José Pérez Piqueras.
Por circunstancias de su profesión docente, vive en Tacoronte has­ta que fija su residencia en el Mirador de Santa Cruz, para ver en toda su magnitud a la capital de su entrañable isla, pequeño mundo al que dedicó lo más maravilloso de su inspiración poética.
"Campanario de la Primavera" es la primera obra de Emeterio, sin olvidamos de "La Fuente de Juvencio" que escribe, y publica, en 1.925, cuando sólo contaba 20 años de edad. El libro es un revulsi­vo en la lírica canaria -según escribe su estudioso, don Juan del Casti­110-. Son poemas de juventud, vanguardistas en cuanto a la técnica, empapados de ternura, henchidos de recuerdos y nostalgias infantiles.
"En "El Campanario" de Emeterio -dirá otro poeta de "Gaceta del Arte", el portuense Agustín Espinosa -hay campanas de Antonio y de Juan Ramón, de Federico y de León Felipe del gran canario Tomás Morales, pero él sólo es el que las toca; como puede hacerlo en un pri­mer repique juvenil. Estas campanadas frescas y juveniles del vate ico­dense tienen repiqueteo de generación del 27".
El primer libro propiamente surrealista de nuestro gran poeta es "Romanticismo y cuenta nueva", editado por Gaceta en 1.933 y con portada de Oscar Domínguez. Es poesía que se abre con la lucha entre la bombilla y la vela, que tiene como hilo conductor a la angustia que rinde tributo al eterno femenino, unas veces a través de princesas y es­tudiantes, y otra por medio de mujeres exóticas y actrices fatales. Eme­terio Gutiérrez Albelo con su "Romanticismo..." está ya en la línea de Gerardo de Diego, en un crescendo de intrepideces expresivas.
y el último libro es "El enigma del invitado". En sus páginas, otra vez un color surrealista, con imágenes oníricas o extrañas hilazones; las vestimentas de los personajes, la blanca pechera, los zapatos de charol y también su sabor y un olor de su fuente: la sangre, los esqueletos, los monstruos. Libro, en fin, que consagra definitivamente a nuestro poeta, y lo aparta de un mundo puramente localista.
Estos libros constituyen una época en su etapa literaria. Epoca del poeta, al que no puede mirarse aisladamente, sino inserto en la "facción surrealista española de Tenerife". Es un Emeterio que camina acorde con la revolución poética de su juventud.
Luego vendría con su "Cristo de Tacoronte" (año 1944), en el que presenta, no sólo un cambio de estética, sino también de credo y de vida. Es un libro de arrepentimiento y de conversión, al que seguirían otros muchos, en esta línea de religiosidad y triunfalismo: "Los blancos pies en tierra" (1951), "Los Milagros" (1959), "Geocanción de España" (1.964) y entre dos libros: "Apuntes para una vida de Cristo" y su "An­tología poética" -su muerte ocurrida en el mes de agosto del año 1.969.
Se publican, después de su muerte, más obras: "Poesía última" (1.970), "El rincón de la amistad" (1.971), "Tenerife y el Mar" (1.973), "Las alas del tiempo" (1.974). Y otra vez resuenan los versos sonoros, rítmicos, bien medidos, llenos de color. Y su peregrinar lírico por nues­tros pueblos, en aulas, en recitales, en justas y juegos florales. Y sus mu­sicales sonetos rubenianos de cuyas fuentes bebió en sus años mozos, cuando correteaba por sus calles icodenses. Porque el soneto es, para Emeterio, sin duda, "su molde métrico más logrado y de mejor factu­ra".
En el año 1.937, en unos Juegos Florales alcanza el primer Premio por su obra "Canto al Ejército" y la Flor Natural por el "Canto a la mujer española". Fue en varias ocasiones presidente de la Sección de Literatura del Círculo de Bellas Artes de Santa Cruz de Tenerife. Fue redactor de la revista "Gaceta del Arte" y fundador de la de poesía "Gánigo" (1.953).
Su marcha de esta vida e19 de Agosto de 1.969, a las puertas de sus 64 años, fue un golpe irreparable para la literatura canaria. Destaque­mos la excepcional calidad de su obra que le conceptúa como uno de los poetas "vivo, universalista y con raíz del pueblo".

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