sábado, 6 de noviembre de 2010

ART. DE UN PORTUENSE,

POR LA CONQUISTA DE UN NUEVO IDEAL TURÍSTICO

ARTÍCULO DE: Celestino González Herreros

Coincidí con tres señoras alemanas que vienen todos los años desde su país de origen por unos cuantos meses, justamente en la acera que está frente al Instituto… Las saludé como siempre que nos vemos en distintos lugares del Puerto de la Cruz y cuando ya se retiraban, cuando nos despedimos, les grité: -¡Cuidado, miren al piso, son pasteles de perros!..¡Qué desagradables! Y a medida que vayan caminando, más abajo. Los encontrarán más frecuentemente. Son las miserias, los excrementos y meadas nauseabundas de tantos perros que habitan con sus dueños y cada momento los sacan para que hagan sus necesidades fisiológicas. Algunos de los dueños recogen la mal oliente basura con un papelito las heces  de sus mascotas, pero el charco de la orina y su repulsiva huella, ¿qué hacemos con ella?, queda ahí como caldo de cultivo de parásitos y donde las pulgas y el mosquerío se alimentan para luego infectar a las personas que transitan cerca de esos peligrosos lugares. Eso ocurre, no sólo en las aceras públicas, en las plazas y parques infantiles y puertas de las iglesias y edificios públicos. Si no me creen, échenle un vistazo. Los abuelos no saben donde llevar a sus pequeños nietos, ni los padres a sus hijos. ¡Cuidado con las moscas!
Otras personas se despreocupan de sus inocentes perros y se hacen los locos, como que no saben ni ven los regalitos que nos dejan atrás y que como los pises te arreglas. Díganme aquellos que les calzan la puerta del edificio y se las dejan abierta todo el tiempo para que su perrito entre y salga cuando quiera. Y si uno les dice algo, si les llamas la atención y les explicas el por qué, se engrandecen, sea hombre o sea mujer, o las dos cosas a la vez, con ese descaro se enfrentan a uno y nos llaman de todo. Hacen faltas vigilantes o policías en las calles y las plazas y en los parques infantiles, que pongan orden público.

Antes sentía vergüenza de vivir donde muchas gentes no respetan las Ordenanzas Municipales respecto al tema que nos ocupa y la falta de celo profesional de aquellos que deben luchar por hacerse respetar… Ahora siento lástima de ellos, aparte del respeto que se merecen, y nosotros, los sufridos contribuyentes. Los dueños de los chuchos debieran respetar nuestra sensibilidad y no provocarnos con tales y lastimosos hechos. Si quieren evitar males peores, cuiden mejor a sus inseguras mascotas.

Ahora que el nuevo Gobierno Local se ha propuesto limpiar, que no se olviden de las cagadas de los perros, los chicles en las aceras, las pintadas en las fachadas, etc., si quieren hacer de nuestra maltrecha ciudad un Puerto de la Cruz limpio y atrayente, limpio de tanta basura y de tantos maleantes que pululan por doquiera, a su aire, sonrientes y degeneradamente, jodiendo a todos los demás.

Perdonen si parezco reiterativo con la higiene y la salud pública, es que considero muy preocupante la tolerancia habitual en estos escabrosos temas que tanto aconsejan acción positiva para erradicar tanto mal.
La higiene y la salud pública, es quizás el eslabón más importante de la cadena social que debiera preocuparnos más que otra cosa. Veamos ahora, pues,  inclinándonos al perfil estético de una ciudad moderna que quiere ganar más turistas y si fuera posible, de mejor calidad, entre todos podemos conseguirlo. Que se toque este saludable proyecto en todos los Institutos, colegios y en el ceno de cada familia, verlo como un horizonte salvador para arrancar con ilusión un nuevo ideal turístico. Hagámoslo nosotros, no esperemos que los de afuera nos vengan a resolver nuestros problemas, Sólo con la máxima participación ciudadana del Puerto de la Cruz podremos vislumbrar a corto plazo la realidad de este común sueño… Antes hemos de acondicionar la oferta que hacemos para ganarnos tal privilegio. Orden y limpieza, como han hecho siempre nuestros competidores turísticos. Nuestro clima y la idiosincrasia de estos pueblos, no lo es todo, eso lo saben hasta los más lerdos. Ello supone un arduo trabajo, llevar un exhaustivo control de ese delicado asunto, que al cabo del tiempo redundará a favor de todos.
Así ocurre con los jardines de los edificios ya casi terminados, donde sólo se ven hierbajos secos, cuando ya debieran tener plantas ornamentales o arbolitos plantados. La estética de los pueblos, señores. Esa asignatura debiera ser obligada, tampoco cuesta tanto. La voluntad no debiera ser de los dueños o empresarios, es el Ayuntamiento quien debe ponerse las pilas y estudias esas necesidades. Tampoco se deben permitir solares urbanos descubiertos y abandonados, nido de ratones y otras cosas que me callo... Las aceras rotas y otras deficiencias. Evitar en lo posible toda imagen negativa, que sólo con ello se descubre la desidia de aquellos señores o señoras que están obligados a velar por que se hagan las cosas bien y al precio que sea. Los ediles debieran ir a pie a todas partes para que vean con sus propios ojos las cosas que andan mal para poder corregirlas. Así aprovechan, que caminar es muy saludable.

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