sábado, 6 de noviembre de 2010

EL PUERTO ES SIEMPRE EL PUERTO,

JUBILACIÓN DE AGUSTÍN ÁVILA

ARTÍCULO DE: Salvador García Llanos

Recientemente ha engrosado las clases pasivas, que es una manera de decir que se ha jubilado Agustín Ávila, un profesional del turismo, director, promotor, curtido en la gestión del negocio, excelente conocedor del medio, realizado en varios destinos donde ha dejado huella de lo que es trabajar con seriedad y eficiencia.

            Ávila pertenece a esa generación de profesionales que se subió al tren en el momento oportuno, justo cuando su trayecto hacia el desarrollo y la apertura era ya imparable. Y ahí se movió con soltura, esto es, aprendiendo, reconociendo, adaptando y transmitiendo valores que habrían de resultar decisivos para el éxito de cualquiera empresa o iniciativa.

            Lejos por tanto de anquilosarse o de no mover una yarda después de alcanzar cierto estatus, Agustín Ávila siguió el ritmo de las nuevas tendencias de los mercados turísticos cuya evolución conocía bien, no sólo por las informaciones que iba acumulando sino por su espíritu práctico de estar directamente en ellos, en foros profesionales y en promociones a las que siempre buscaba un lado positivo.

            Esa generación amó el turismo buscando la excelencia cuando este concepto aún andaba lejos de gestarse y consolidarse. La excelencia era la atención personal, el celo con los detalles, el cuidado de cuanto se relacionaba con el cliente, el esmero en el servicio con el fin de que el visitante se quedara con la mejor impresión del destino y repitiera.

            En su trayectoria profesional ha asistido a procesos dispares como la decadencia del Puerto de la Cruz o la eclosión del sur tinerfeño, últimamente, por lo que cuenta, venida a menos. Esas vivencias le han servido para contrastar las potencialidades, la artificialidad, la inconstancia y los desvíos. Ha estado ahí, en el interior de sus hoteles, pero también en los espacios de reunión donde era consultado y donde emitía su opinión, siempre mesurada y constructiva.

            Nos ayudó mucho, con su asesoramiento, en el ejercicio de la alcaldía, cuando le consultábamos su parecer. Lleva -y lleva- al Puerto en su corazón, en su “sentimiento turístico” más profundo. Tuvimos en cuenta sus criterios que ojalá hubieran sido secundados por otros profesionales con otra capacidad emprendedora.

            Era consciente de que el Puerto se jugaba su futuro si superaba determinadas carencias infraestructurales y si volcaba energías y afanes en la consolidación de un destino diferenciado. Siempre ponderó el camino andado, la experiencia adquirida. “Pero no bastan en los tiempos que corren”, añadía, “eso es vivir de las rentas mientras otros avanzan y disponen de recursos más modernos”.

            Agustín Ávila podrá ahora disfrutar de familia y nietos sin pensar en al agobio diario de la autopista. Seguro que seguirá leyendo informes y estudiando tendencias de la productividad turística. Se interesará por los mercados con los que trabajó durante las últimas décadas.  O sea, que de alguna forma seguirá vinculado pero desde otra perspectiva.

            Un nombre para la historia del turismo del Puerto de la Cruz, de Tenerife y de Canarias: Agustín Ávila. ¡Feliz jubilación!

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