sábado, 22 de enero de 2011

ART. DE UN PORTUENSE,

MASCARITA, ¿NO ME CONOCES? YO A TI TAMPOCO

ARTÍCULO DE: Celestino González Herreros

Son creíblemente válidas las razones que se argumentan, entre un nutrido número de personas de distintas edades y condición social, y es lo más sensacional, escuchar los comentarios que se hacen entre sí la “gente joven”, aunque también los que no somos  tan jóvenes.  En una cosa todos,  o casi todos, si estamos de acuerdo, cuando echamos de menos aquellos Carnavales de antaño. No lo digo yo solamente, son muchísimas personas quienes lo dicen; e insisto, no son sensibleras nostalgias de viejos, es bueno que lo sepan nuestros hijos y a los hijos de ellos. Se han cargado las más alegres fiestas de nuestros pueblo y ciudades, con tanta improvisación y tamaño lujo que sólo conduce al consumismo incontrolado dentro de nuestra precaria economía. No tiene gracia gastarse tanto dinero, como lo hacen, habiendo tantas necesidades que atender. Pero bueno, cada cuál es dueño de hacer con lo suyo lo que quiera. Con el suyo, pero no con el dinero ajeno, el de todos los contribuyentes. La cultura de los pueblos se pone de manifiesto en estos “programados” días, se ve en la calle y en los recintos públicos; nos falta amparo y que respeten ese capital que tanto nos cuesta ganarlo…Cuando peor estamos, vemos más despilfarro, no sé si lo hacen inocentemente o que no entienden nuestras prioritarias necesidades, lo que debe ser lo primero. No quiero pecar de intruso, así pues, mejor me callo, porque si voy a seguir, mal va acabar para los demás mi oratoria y no pretendo jorobar a nadie…

Si, habrá Carnavales lucidísimos en nuestras islas, como siempre habrá pugna, se atacarán los hermanos y volveremos a ser el hazme reír de algunos, aquellos que quieren vernos enfrentados “políticamente” para garantizar sus intereses territoriales, comerciales, políticos, estructurales, académicos y culturales. Aquellos que sólo viven entre nosotros para incordiar y separarnos, con lo cual, debilitarnos y tener el camino libre para satisfacer sus ambiciones harto conocidas. Esos son nuestros Carnavales, un continuo enfrentamiento contra nuestros hermanos de la isla de enfrente, hasta el día que lo entiendan y consigan reaccionar en defensa de nuestra identidad, de nuestras cosas, de nuestras futuras generaciones, del honor y orgullo de ser canario. Ver unidos a los chicharreros y a los canariones, sería una victoria sin precedentes. A gritos, nuestra condición humana lo está pidiendo, pero, como ya he dicho, somos los bufones del cortejo y sin las simpáticas murgas y las letras de sus vulgares canciones, los señores depredadores de nuestra etnia, no se divierten. Es evidente que me enferman los Carnavales por el giro que han tomado, ya hace años y el odio que siguen generando entre unos y otros.

Desde el punto de vista turístico, se entiende, que los Carnavales promocionan a nuestro Archipiélago Canario, pero sabemos hacer las cosas, máxime si nos ayudan nuestras Instituciones Públicas, para su mejor relieve representativo y que se pueda conseguir ese objetivo esplendoroso del ansiado éxito carnavalesco. Sin gastar mucho, claro está.

Miremos a Brasil, la reina del carnaval, la pobreza tan grande y las necesidades que sufren, que claman ayuda y máxima atención gubernamental para mitigarlas. Los niños tirados por las calles, la prostitución imperante y la delincuencia y el crimen… Sin embargo, el lujo de sus carnavales dicen mucho de la poca capacidad intelectual que les asiste. Lo mismo está ocurriendo en las Islas Canarias, que queremos competir (utópicamente) con ellos en mediocridad cultural y estrechez mental. El termómetro no engaña, el verdadero negocio es para muchos zánganos, en detrimento de nuestra sufrida economía. Pero son días de locura y todo está permitido. ¡Que sigan los Carnavales canarios, a ver si este año le ganamos a  Brasil; después ya veremos cómo nos las arreglamos! Démosle gusto a nuestros turistas y sus monitores, que sus respectivas Cadenas Televisivas hagan la toma que quieran y digan al mundo de nosotros lo que quieran, que somos portentosos. Que nos sobra de todo, sol, playas y mucho colorido…

Luego lloremos pidiendo ayudas a la Europa Comunitaria, como no lo hacen muchos países del entorno. Nosotros sí, porque estamos manipulados, no caben dudas.

Con mis argumentos no estoy retrocediendo caprichosamente, sólo estoy razonando, pésele a quien le pese. Me expreso como siento.

Mientras hayan partidos de fútbol, fiesta populares y Carnavales apoteósicos, los ciudadanos se olvidan por completo de los Impuestos municipales, las abusadoras hipotecas y las deudas financieras y tradicionales… ¿Se dan cuenta lo que cuesta vivir dignamente en la actualidad? También esa reflexión se olvida, nos transportamos a un mundo sin obligaciones, sin deudas, sin ambiciones… A veces, somos más felices que “el Pupa”.

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