sábado, 22 de enero de 2011

TURISMO Y OTROS,

EL INSUMISO... MARBELLÍ
ARTÍCULO DE: Lorenzo Soriano
Estoy en contra de los fumadores irrespetuosos que fuman en lugares cerrados, en lugares públicos y abiertos en los que hay colas o niños, de los que tiran colillas al suelo apagadas o sin apagar, los que fuman en el coche, los que te tiran la colilla encima o los que te queman en las aceras al pasar.
Sin embargo, hay algunas cosas que convendría poner sobre la mesa. La manía de prohibir para ejercer el mando o el poder y la obsesión por legislar hacen que, cuando la idiocia, la inepcia y la mediocridad cultural y profesional ejercen el poder, se desaten las peligrosas incongruencias y aparezcan los insumisos militantes.
Algo parecido pasa en la economía. Cuando el contribuyente físico o jurídico ve que se le exige saltar tres metros de altura, pasa por debajo. No se entrena siquiera. Si le exigieran 150 centímetros de salto, entrenaría y lo intentaría. Aquí, como decía Wellington, dos más dos no son cuatro, por lo cual es muy difícil gobernarnos. Pero si al menos lo hiciesen sesudos prohombres sólidos cultural y mentalmente, nos iría de otra manera sin duda.
Pues bien, si el año pasado les obligaron a efectuar inversiones, algunas muy importantes para separar a los fumadores, y ahora les dicen que las tiren, muchas veces porque son incompatibles con salidas de emergencia o simples desplazamientos dentro de los locales; si resulta que además el tabaco se vende libremente en todas partes, aunque se inventaron el tema del mando a distancia, otra ocurrencia como las que nos tiene habituados esta casta política, del café, las bombillas, o las nocturnidades; si no se ha tenido lo que hay que tener para salvar a los no fumadores ni se han puesto las medidas para que las agresiones y los perjuicios no los soporten los ciudadanos, los camareros o los propietarios de los locales ante ciudadanos agresivos. Esto es una verdadera chapuza, como la de prohibir el vino. Y alabo, apoyo y aplaudo a los insumisos, animándoles a que recurran la ley por absurda en su planteamiento.
Para terminar y como es natural, la ministra de Sanidad ha puesto la guinda absurda, como no se podría esperar otra cosa de ella, en el ánimo de echar tinta de calamar a la crisis tremenda que padecemos. Guinda envenenada y peligrosa que, como mínimo, colapsará los juzgados de nuevo y, como poco, creará algo que a ella le "pone" con seguridad. Comisarios de barrio al estilo castrista que denuncien a enemigos del "régimen" soñado.
Las leyes hay que cumplirlas, pero la responsabilidad del legislador debe de quedar clara, y su castigo también.
A reflexionar.

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