viernes, 13 de mayo de 2011

PSOE GENERAL,

DEL CASINO, LAS ANTENAS Y OTRAS VERGÜENZAS

María Vanesa Rodríguez Hernández. La vida evoluciona a una velocidad vertiginosa, y la ciencia guía, como un perro lazarillo, nuestros pasos hacia un futuro más asociado a la “ficción” que a la propia realidad. Es evidente que gracias a las nuevas tecnologías todos podemos estar mejor comunicados, mejor “informados”, pero me asalta la duda cada vez que salgo de casa y bajo por la calle Calzadilla en dirección a la Plaza, y me pregunto continuamente si es necesario que la “evolución” suponga un serio riesgo para mi salud y la de todos mis vecinos. No hablo de otra cosa sino de la antena de telefonía móvil situada sobre el Casino, justo en el centro de La Cruz Santa. Es curioso que se den la mano historia (el Casino cumple, o está a punto de cumplir 61 años) y tecnología, que no deben ser términos enfrentados. Las dudas me asaltan, digo, porque se oyen rumores, se dice, se cuenta que las radiaciones de este tipo de antenas pueden ser perjudiciales para el común de los mortales. Puede ser cierto, o no… pero qué necesidad tenemos de andar con “la mosca detrás de la oreja”. El sentido común dicta su sentencia y, de repente, se me ocurre proponer regular de alguna forma la ubicación de estos artilugios que “tanto beneficio” nos brinda para la “comunicación”. No creo que sea un despropósito; sé que en otros lugares se ha producido ese hecho extraordinario que supone ponerse de acuerdo los vecinos para no caer en lo insondable de la duda, y han forzado el destierro de estas grandes desconocidas: “las antenas”. Sé que Miguel Ángel Regalado y su denuncia posibilitó el precinto de “una” camuflada ubicada en La Ladera, en Toscal-Longuera. Aquí no hablo de imposibles; hablo de salud. A lo mejor a alguno se la diluía la migraña si tomase ejemplo.
Por cierto, qué tristeza asomarse al Casino y verlo vacío. Tanto espacio en su interior sin otro habitante que no sea el paso del tiempo. Qué pena verlo con ese aspecto y tan abandonado, pudiendo darle más vida; sea como sea, si no fuera por la Asociación de Mayores, estaría totalmente cerrado; un edificio sin habitar, y ahora todavía más, dado que la banda ya no ensaya en él y su cuarto ya no vibra con los músicos. Se dice, se cuenta, se oye que podrían realizarse maravillas en su interior. Todavía hay quien dice de sus bailes y enamoramientos; todavía se escuchan, desde rincones alejados del Municipio, “qué buenos eran los bailes en el Casino”. Démosle vida, en nuestras manos está. Habrá quien diga que es propiedad privada; a ése habrá que responderle, con entusiasmo e ilusión, que existen fórmulas, que se puede negociar, que el “rey moribundo coronado con una antena de telefonía móvil” puede y debe resucitar para beneficio de toda la ciudadanía. ES POSIBLE

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