viernes, 29 de abril de 2011

UN NORTEÑO,

DE CINE
ARTÍCULO DE: Evaristo Fuentes Melián
   El domingo pasado 24 de abril el TEA (Santa Cruz) dio una película impresionante que discurre  en el interior de un convento. Se llama ‘Therese’,  que es una joven francesa, luego elevada a los altares como santa, aunque ella tenía sus dudas de fe. Cada fotograma, cada plano, cada secuencia  es una obra de arte de una maestría insuperable. En Cannes 1986 la aplaudieron durante 20 minutos al final.  Esta  película fue realizada hace 25 años, pero por esas cosas raras que a veces suceden en las distribuciones, no había llegado hasta ahora a cines de España. Fue primer premio en Cannes y varios festivales más. Es la vida de una jovencísima monja que murió a finales del siglo XIX, a los 24 años, después de permanecer nueve años en un convento. Murió de tuberculosis, por los sacrificios físicos que ella misma se imponía. Es, repito, una obra de arte, pero muy crítica solapadamente con este tipo de internados en claustros de por vida. Yo la visioné anonadado, aunque tiene dos planos muy escabrosos, muy vomitivos, pero nada que ver con  sexo explícito, que es lo que suele pasar en los izquierdosos babosos del cine español, que siempre van a lo guarro.
    Estos filmes de culto, para cinéfilos de pantalla grande, suelen quedarse en la zona capitalina. Los aficionados del Norte tinerfeño quedan huérfanos, ausentes de esta calidad especial.
                                                                                            Espectador        

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