sábado, 26 de marzo de 2011

ARCHPIÉLAGO GULAG,

PERIODISTAS DE ANDAR POR CASA

ARTÍCULO DE: Lorenzo de Ara

Leo, y pasa lo de siempre. Que me entra la pena. No la zozobra. La pena. Y alambicada aparece la desesperación. ¿Por qué? Dirá el sapientísimo lector que no es más que una nimiedad. Algo fútil. Pero la noticia, aunque en verdad irrelevante si se la compara con otras tragedias políticas, económicas y sociales, demuestra con total y absoluta crudeza el declive, el arrinconamiento y la postergación del español en el mundo. 

Reza así el titular:”Los medios de comunicación que más influyen en el mundo”. Y a continuación: “No hay uno solo en español entre los 30 más importantes del planeta según Google”. La lista aparece encabezada por Associated Press, The New York Times y Reuters. Ni el diario El País, ni El Mundo o ABC aparecen entre los 200 primeros.

Tenemos un problema. Y de los gordos. Vale que en deporte somos una potencia; que en buen vino, buen queso, buen comer y buen vivir somos los mejores. Que nadie nos gana a la hora de subir a los altares a los más putañeros, ladrones, criminales y pillos. Que somos también los primeros en joder la vida al prójimo. Pero ya es una evidencia que en otras materias hemos entrado en un agujero negro. Confirman que somos un caso perdido.

Y luego vienen los representantes más destacados de esos medios de comunicación a parlotear en televisiones nacionales y autonómicas, e incluso tristemente locales. En las tertulias más candentes, de extrema izquierda o extrema derecha, cobran fuerza los periodistas de esos medios que no cuentan para nada fuera de nuestras fronteras. ¿De qué hablan? ¿Por qué se sienten autorizados? ¿Por qué hay que perder el tiempo en escuchar sus bravuconadas, mentiras o simplemente gilipolleces?

¿Y si quemamos esos periódicos? ¿Y si recuperamos la sana tradición de la hoguera inquisitorial para convertir en ceniza el papel sucio, baladí y fatuo? 

Por lo menos deberíamos exigirles a los periodistas que no se crean el centro del universo. Que no se pavoneen por los rincones de los pueblos como portadores de una verdad totémica.

No influimos en nada ni en nadie. No se nos invita. ¿Acaso no observan el desinterés que crece y se ramifica cuando desciende del coche oficial nuestro presidente en las cumbres europeas? 

Y cuando triunfamos nos observan con empírica mirada. ¿Qué pretenden? ¿Quieren robarnos el rayito de luz que todavía nos mantiene libres y algo alejados de la total oscuridad como nación?

Cuando un periódico español influya en el mundo seguro que estará escrito en vasco, gallego o catalán. No lo dirigirá Pedro J. El corresponsal más influyente del diario escribirá desde Venezuela o Managua. A la redacción llegarán los papeles filtrados desde un país africano. Ni una línea sobre toros, boxeo o Belén Esteban. Me dice un amigo que eso ya se consigue leyendo tal o cual hoja parroquial de provincia, sobre todo los domingos.

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