sábado, 26 de marzo de 2011

EL PUERTO ES SIEMPRE EL PUERTO,

ANARQUÍA EN VÍAS PÚBLICAS

ARTÍCULO DE: Salvador García Llanos

Se contrastó durante las pasadas fiestas de Carnaval pero, al margen de esta circunstancia puntual (que se puede entender y se admite), el hecho ha cobrado caracteres de desorden preocupante, de exceso incontrolado, en fin, de casi de anarquía.

Nos referimos a la ocupación de vía pública en el Puerto de la Cruz, una ciudad concebida para pasear, verbo casi imposible de conjugar cuando te adentras por alguna de sus vías o las intentas recorrer plácidamente.

Y es que mesas y sillas, postaleros, expositores, cajas, mercaderías de muy distinta naturaleza han ido copando espacio, especialmente en las calles o avenidas peatonales, de modo que ese sano ejercicio de caminar o transitar se está haciendo cada vez más difícil y, en algún caso, imposible pues la colocación de ese mobiliario exterior obliga, literalmente, a ingresar la zona de circulación rodada si es que quieres continuar el camino.

El problema no es nuevo pero a lo largo de los últimos cuatro años se ha agravado. Y no parece que haya síntomas de mejorar.

Se supone que hay una ordenanza reguladora cuyo articulado deberían cumplir los propietarios de establecimientos. Mesas y sillas dan vida a plazas y rincones: vale. Pero un exceso altera todo: desde querer aprovechar hasta impedir el tránsito, pasando naturalmente por la creación de agravios, siempre difíciles de ponderar y arbitrar, pero agravios al fin y a la postre.

Y se supone que la policía local debe velar por el cumplimiento, de modo que cuando se produzcan infracciones, inicia procedimiento de denuncia y sanción que está prevista, por cierto, en la misma ordenanza. Seguro que muchas de las diligencias iniciadas por la policía se estancan o duermen el sueño de los justos y cierto que se habrá aburrido -hasta el desistimiento final- cuando sus actuaciones no se han visto culminadas en la fase administrativa correspondiente y, por tanto, correspondidas.

Entre permisividad, abandono e impunidad, el problema ha ido creciendo complicándose cada vez más. Zonas que llaman la atención, por su ambiente, desde primeras horas de la mañana, agradables y placenteras, se ven menoscabadas en sus atractivos por estos excesos de los que hablamos. Últimamente han aparecido otros elementos: plantas, vallas separadoras, lámparas nocturnas…

Nada se tiene en contra de la ocupación de la vía pública bien regulada, atendida y vigilada. Porque esa es otra: la seguridad, a veces mermada precisamente porque las condiciones de algunas calles facilitan la acción de potenciales delincuentes. Lo que no puede ocurrir es que algunos propietarios, en su afán de acaparar, de más y más, se empeñen en disponer de una mayor superficie de espacio público, hasta el punto de que demuestran tener más celo en disponer el exterior que su mismo local interior. En determinados casos, puede afirmarse que son dos tiendas en una: la de su local y la de la calle.

Ni la crisis puede justificar los excesos. Las calles y avenidas del Puerto de la Cruz son muy acogedoras y no es cuestión de ahuyentar a quienes quieran utilizarlas. Seguro que si se hace bien, serán más atrayentes: la gente caminará sin problemas, los comerciantes podrán vender con más capacidad de reclamo y los clientes o turistas se sentirán más seguros. Para que lo entiendan: aumentará la calidad de vida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario