jueves, 5 de mayo de 2011

ART. DE UN VILLERO,

SANTA CRUZ DE CO2
ARTÍCULO DE: Agapito de Cruz Franco

Fueron Los Verdes en 1986, los primeros en dar la voz de alarma y reivindicar el cierre de la Refinería de CEPSA de Santa Cruz de Tenerife ante sus altas tasas de contaminación y su ubicación dentro de la capital (cuando se inauguró en 1930 estaba a 2 Kilómetros y medio del casco urbano). Los ecologistas proponían un plazo de diez años para su desmantelamiento. La medida del cierre debía estar acompañada, aparte de la salvaguarda de los puestos laborales, de una fuerte subvención para los combustibles.

Los riesgos y desventajas tanto para la plantilla como para la población o el medio ambiente, han sido, a lo largo de la historia de esta industria, mayores que las ventajas. Aparte de ofrecer Santa Cruz una postal de bienvenida con cierto olor irrespirable a huevos podridos (según, claro está, en qué momentos de ebullición carbónica), han sido variados los accidentes, algunos con muertes y personas quemadas.

Construida en 1929 por la compañía norteamericana Bethlehem Steel Company, e inaugurada el 27 de noviembre de 1930, su primer cargamento de crudo vendría desde Venezuela a bordo del buque Holeander. Su capacidad de refino era en esos inicios de 250 mil toneladas anuales de petróleo crudo. Al finalizar la II Guerra Mundial fue de cinco mil barriles diarios con la creación también de la primera planta de fabricación de aceites lubricantes del Estado español de veinte mil toneladas anuales. En los años cincuenta la capacidad era de 900 mil toneladas comenzando a fabricar en ese momento benceno, tolueno y xilenos a través de una planta petroquímica.

Los accidentes graves comienzan en 1954 al estallar la unidad de Visbreaker donde resulta muerto un empleado y herido grave otro con quemaduras de  primer y segundo grado, entre la alarma de la población y una gran humareda en Santa Cruz. Reemplazada por una unidad mayor de 35 mil barriles diarios, pasa a producir dos millones de toneladas anuales, al tiempo que cobra una especial importancia debido a la crisis del Canal de Suez por la que los petroleros se veían obligados a usar la ruta de Sudáfrica y abastecerse en Santa Cruz. En los años 60 pasa a producir 6 millones y medio de toneladas anuales al tiempo que se construye el Muelle de Hondura para descongestionar el de Santa Cruz, produciendo entonces ocho millones de toneladas al año.

En 1992 se producía en la planta de trasvase número 3 otro trágico incendio, que dejaba sin vida a un trabajador y hería de gravedad a otros cinco, que ingresaban en el centro de quemados de Toledo. En noviembre de este mismo año, la Plataforma Ciudadana contra la Contaminación integrada por los grupos Tagoror Ecologista Alternativo (TEA) y Comisión Canaria Contra el Carbón (C-4) manifestaba que los niveles de emisión de CO2 en Canarias eran más altos que los que podía producir toda Francia, denunciando además las medidas de seguridad de CEPSA al haberse producido escapes de crudo que llegaron a formar una laguna en Los Llanos, con lo que ello suponía de gases tóxicos y vertidos contaminantes que fluían del subsuelo. Francisco Pulido y Carlos Barrera, representantes de los colectivos que formaban la Plataforma, exigían un estudio de salud de las poblaciones de Santa Cruz y del Valle de Güímar, al estar fuertemente impactadas por la actividad de la Refinería y de la central Eléctrica de UNELCO. Exigían también un plan de evacuación para la capital dado el carácter peligroso de las instalaciones de CEPSA. La Plataforma adjudicaba el 95% de la contaminación que se producía en Canarias a las empresas CEPSA y UNELCO, insistiendo en que los datos que emitían ambos emporios eran de dudosa credibilidad. Este alto grado de contaminación sobre la salud de los ciudadanos y la ubicación ya en plena ciudad de CEPSA provocó un debate sobre el desmantelamiento y reciclaje de las instalaciones, aunque el TEA denunciaba de nuevo la estratagema de su traslado al Polígono Industrial de Granadilla, donde se estaban desplazando todas las industrias contaminantes como la Central Térmica y el futuro Puerto Industrial.

Este debate puso en escena el futuro uso urbanístico que se daría a los terrenos donde se ubicaba CEPSA (por otro lado con un subsuelo bastante encharcado de crudo que prometía ser una auténtica esponja) Los intereses para su urbanización y expansión de la ciudad por este sector no han sido ajenos a las políticas de CC en la capital que aún hoy en día sigue planteando la desaparición de las actividades industriales y de contenedores para dar un uso turístico al puerto y continuar ampliando la ciudad en esa zona tras las fases ya habidas de grandes obras como el Auditorio o el Palacio de Congresos.

En 1995 el TEA conocía de buena fuente, que se estaban realizando en el Muelle de Hondura vertidos de residuos de plomo al mar por parte de CEPSA. El producto altamente tóxico en cuestión era tetraetilo de plomo, que por su toxicidad se arrojaba al mar en bloques de cemento armado, y que era utilizado en la elaboración de los carburantes para aumentar el índice de octanos de la gasolina súper. Conocido el momento del próximo vertido, el aviso en secreto a fotógrafos y medios televisivos por parte del grupo ecologista pilló por sorpresa a CEPSA, cuyos operarios fueron grabados por Antena-3 vertiendo los citados bloques de cemento armado. La escena sería además  portada de algunos periódicos mientras el Ayuntamiento de Santa Cruz ordenaba una investigación a la Policía Local. La organización ecologista internacional Greenpeace denunciaría más tarde, en su informe anual de 2008 que "la propia empresa -CEPSA- declara en el Registro Estatal de Emisiones y Fuentes Contaminantes que vierte, anualmente, a través de un emisario submarino más de 5.500 toneladas de sustancias contaminantes, entre las que se encuentran: Fenoles, Cloruros, y sustancias tan peligrosas como Hidrocarburos Aromáticos Policíclicos o metales pesados. CEPSA realiza los vertidos a menos de 200 metros de la costa."

En la actualidad, mayo de 2011 la Refinería de CEPSA sigue en su sitio, y ha sido prácticamente ya comprada en su totalidad por el Emirato árabe de Abu Dabi a través de la sociedad International Petroleum Investment Company (IPIC) que poseedora ya del 47,06% de la Compañía, se ha hecho con el resto que estaba en manos de la francesa TOTAL.

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