viernes, 11 de febrero de 2011

ART. DE UN PORTUENSE,

VOCES DEL CAMINO

ARTÍCULO DE: Celestino González Herreros

Casi generalizando, tengo la intuición de no estar equivocado, al entender a grosso modo, aparte del tiempo perdido, la caótica situación en que vivimos, aunque muchas veces quisiéramos ignorarlo. Es justo y digno, reconocer, del empresariado y los trabajadores, el valor y la “sabiduría” de saber resistir el fuerte temporal que hemos sufrido en los últimos tiempos y en nuestras débiles economías... Con tantos “bandazos...” y  empujones recibidos, en mares encrespadas como las nuestras. Rodeados por todas partes, como islas indefensas que tienen que resistirse a tantos golpes del infortunio que no nos doblegan, a pesar  de la furia con qué arremeten. Las Empresas, tanto mayores como medianas y pequeñas, muchas de ellas, han tenido que cerrar sus puertas, cesando, así, la actividad laboral que incrementa los alarmantes índices de paro en Canarias; precisamente, por nuestra indefensión, peculiaridades y, obviamente, por nuestras difíciles condiciones en ese aislamiento y la competitividad que sufrimos en todos los niveles económicos y sociales, que son archí conocidos...

A veces, parece como si quisiera estabilizarse la situación, pero sólo son amagos ilusorios que engañosamente quieren devolver la tranquilidad a la clase empresarial y obrera, que, como ya he dicho, no pierden las esperanzas de ver sus sacrificios compensados, siquiera, con el fruto merecido; y podamos celebrarlo de alguna  manera. Mientras tanto, impera la desesperación viendo pasar el tiempo, teniendo que satisfacer las cargas y hasta el embargo... y sin expectativas de logros realmente alentadores. Esas lucecitas que nos parecen ver en el movedizo espacio de la contemplación esperanzada, son efectos del espejismo social en que vivimos. Nos consuela creer que vamos a mejorar en breve tiempo, no sólo por lo que se nos dice desde las altas esferas políticas, sino que nuestra fiebre elevadísima del deseo, nos da con su implacable calor, las extrañas fuerzas que necesitamos para poder equilibrar la impaciencia. Mientras, esperamos, en tanto continuamos esforzándonos sin perder los ánimos. Mas, insistimos, que a cambio... ellos también se esfuercen, como gobernantes que son de los destinos de nuestros sufridos pueblos, en aras de la paz económica y social, como nos han prometido siempre, antes de celebrarse los obligados comicios electorales. Que no deleguen en otros sus verdaderas obligaciones, y que escuchen con más sensibilidad nuestras justas pretensiones: vivir mejor y que el precio no sea tan alto.

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