domingo, 8 de mayo de 2011

PSOE GENERAL,

EL CURIOSO CASO DEL REALEJO BAJO Y SU PARQUE DE LOS PERROS
Shaila García Hernández. Vivimos en un pueblo en el que la calidad y la diversidad de los espacios públicos brillan por su ausencia. La mala gestión urbanística del municipio por parte de los políticos, ha hecho que estos espacios queden siempre relegados a segundos o terceros planos. Factores como que todavía se le de prioridad al transporte privado en vez de al peatón hacen que “la calle pase de ser el espacio público por excelencia a un lugar peligroso”. El centro histórico de esta villa se encuentra en un total estado de abandono. Las diferencias entre las clases sociales se hace patente: edificios, parques, equipamientos, etc., son diferentes según en qué barrio se encuentren. No solo hablamos de cuestiones estéticas, sino de cuestiones de calidad y, sobre todo, de dignidad.
La sociedad en la que vivimos viene marcada por un aislamiento que va en aumento. La interactuación del ciudadano con su entorno cada vez es menor. La contaminación, la inseguridad, el abandono, la falta de propuestas que hagan al ciudadano partícipe del medio en que se encuentra, han hecho que éste acabe por abandonar los centros urbanos, trasladándose a nuevas urbanizaciones que tienen “todo aquello” que el individuo busca: tranquilidad, seguridad privada, espacios verdes controlados… todo ello aislado del ruido, la contaminación y el tráfico.
Ante este panorama es necesario preguntarse qué hacer. Los políticos deben replantearse sus actuaciones y corresponde al vecino exigirles unas políticas acordes con la ciudad que todos demandamos. Un pueblo en el que resulte agradable vivir, un pueblo en el  que se fomenten las relaciones, en el que todos seamos partícipes de la misma. El ciudadano, en su ejercicio democrático, debe exigir al político una mayor calidad y variedad en los espacios públicos, no es razonable que por culpa de la desidia de unos pocos, éste se vea obligado a emigrar a otros lugares en los que supuestamente tendrá una mejor calidad de vida.
Si bien esta problemática la encontramos a lo largo y ancho de todo nuestro municipio, hoy vamos a centrarnos en el barrio de Realejo Bajo. Para ello vamos a
realizar un ejercicio de diagnosis, como si de un paciente enfermo se tratase. Porque hablar del Realejo Bajo es hablar de la historia de nuestro municipio, pero hablar del Realejo Bajo también debe ser hablar del futuro del mismo.
           - Patrimonio histórico
Este barrio fue declarado B.I.C. en la categoría de Conjunto Histórico desde el 1 de Diciembre de 2005, albergando, en su conjunto, diversas edificaciones también declaradas Bien de Interés Cultural. Pese a la relevancia que ha tenido esta zona a lo largo de la historia del municipio, la realidad a día de hoy es bien diferente.
Aceras estrechas, en muchos casos inexistentes, calles demasiado ajustadas para el paso de un vehículo. Abandono de las viviendas, deterioro de las instalaciones... No es un lugar muy apropiado para fomentar las relaciones en el espacio público.
- Población
El núcleo poblacional de Realejo Bajo comprende los barrios de Tigaiga, San Vicente y el propio Realejo Bajo.
Haciendo un estudio comparativo del crecimiento de la población en estos tres barrios durante los últimos 10 años (fuentes del ISTAC) nos llama la atención que el barrio de Realejo Bajo tenga a día de hoy el mismo número de habitantes que en el año 2000. Mientras que San Vicente y Tigaiga han aumentado su población, Realejo Bajo no ha experimentado cambio alguno a pesar de la transformación urbanística que ha sufrido.
- Circulación rodada
La principal vía del barrio soporta diariamente un elevado flujo de tráfico debido a su cercanía con la autopista. Esta vía tiene algunos puntos en los que la visibilidad es prácticamente nula, en otros, las estrecheces hacen imposible la circulación en doble sentido, provocando atascos y en algunos casos accidentes de tráfico.
  - Equipamientos
Un colegio público situado en una zona bastante inaccesible por culpa del tráfico, dos bares, una asociación de vecinos y un edificio público, restaurado ya dos veces, y todavía sin habérsele asignado un uso específico, conforman el equipamiento del lugar.
- Espacio rústico frente a espacio urbano
El núcleo de Realejo Bajo ha tenido desde siempre una estrecha relación con la agricultura, gracias a la cual, todavía podemos observar espacios “verdes” entre tanta construcción.
Pero el Plan General, prevé aquí una zona de expansión urbanística por lo que gran parte del “verde” que se conservaba pasará a ser hormigón.
- Espacios verdes
Tres plazas y un jardín son las áreas de esparcimiento que encontramos. Las plazas están vinculadas a la iglesia y la ermita, el jardín, que según el plan general de ordenación y la propia web del ayuntamiento, figura como un campo de fútbol siete, está situado al lado de la Casa de La Parra (edificio público sin uso actualmente), y se conoce entre los vecinos como “el parque de los perros” ya que solo se usa para pasear a las mascotas.
A pesar de no tener más de cuatro años de antigüedad, este pseudo parque ya se encuentra en un considerable estado de deterioro. La vegetación no tiene el mantenimiento que necesita, la madera del paseo ha sido arrancada en muchos puntos, la pileta no tiene agua, el césped lleno de excrementos... El último intento por maquillar esta actuación ha sido la de instalar una serie de aparatos de gimnasia, pero el parque sigue igual... vacío.
Entre estos cuatro puntos (las plazas y nuestro particular jardín de Versalles) no hay un camino que permita una conexión fluida debido a los problemas de tráfico que anteriormente hemos mencionado.
La hipótesis inicial de este estudio surge de la vivencia del lugar.  De intentar buscar un sentido a una determinada intervención pública en este espacio. Una oportunidad que tenían nuestros gobernantes para regenerar el espacio público en este barrio histórico. Una intervención realizada con fondos públicos, destinada a revalorizar la zona, y que se ha quedado en lo que los vecinos llaman “el parque de los perros”. Un parque que, a pesar de la antigüedad que tiene (4 años), ya se encuentra en un avanzado estado de deterioro y al que sólo acuden vecinos del barrio a pasear a sus mascotas.
Tras realizar un detallado estudio de esta intervención y del entorno que la rodea, nos planteamos si ésta fue una solución correcta o, por el contrario, fue tan solo un proyecto más de propaganda electoral en el que se quería demostrar la preocupación de los políticos por la zona pero que, bien por falta de ideas o de recursos (o ambas), no consiguieron ejecutarlo de una manera más acertada.
La modificación del paisaje urbano existente mediante diferentes actuaciones, puede ayudar a regenerar espacios en total o parcial estado de abandono. Pero si no se hace bien, el fracaso está garantizado. Una búsqueda de alternativas puede ayudar a potenciar la relación del individuo con el espacio público que le rodea. Espacios culturales, lúdicos, educativos, deportivos, contemplativos… fomentan la relación entre los diferentes miembros de la comunidad y su entorno.
Antes de proceder a realizar cualquier tipo de intervención, es obligatorio plantearse un estudio sobre diferentes actuaciones en ese ámbito y su posible aplicación en un espacio determinado, y esto es algo que nuestros gobernantes no han aprendido en estos ocho años de gobierno.

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