lunes, 16 de mayo de 2011

ARCHPIÉLAGO GULAG,

COALICIÓN, PSOE, PP, ¿EH?
ARTÍCULO RECIBIDO DE: Lorenzo de Ara Rodríguez
Habrá un portuense pensando en este instante que siempre la política en su pueblo fue así: truculenta, zafia, vocinglera, pueril, carpetovetónica, agreste y ciega. Pues no. No siempre fue así. Y no siempre se vivió en Puerto de  la Cruz un declive tan acusado. No era la ciudad sinónimo de decadencia, ni tan siquiera servía como ejemplo de egocentrismo. Muy al contrario. Puerto de la Cruz era el faro de Canarias. Una urbe pequeña, monegasca, viva, competitiva, cosmopolita y generosa, se había convertido en el pilar de la economía de Tenerife; de todo Tenerife.

No siempre han sido los políticos los culpables del desastre. Lo cierto es que las urnas se llenaban de votos en una ciudad que, tradicionalmente, siempre ha respondido muy bien a la llamada de la democracia. Con la alta participación se acreditaba también el deseo de avanzar. Pero el despeñamiento nos ha metido en un extraño universo paralelo, donde los enanismos ideológicos se han adueñado de todo. De repente el votante se deja embaucar por los pretorianos, por los salvapatrias y por los muñidores.
El próximo domingo se vota. Salvador García barrunta que una abstención peligrosa gana terreno. No se equivoca. Y me confirma, que de producirse el afloramiento de ese –digamos- desencanto electoral, él estará dispuesto a realizar un riguroso y concienzudo análisis.
Coalición, PSOE y PP están batallando para convencer. La ciudad se llena de coches, guaguas, caravanas, música, eslóganes, mítines, fiestas y fotos –no todas respetadas-. Y poco a poco los días transcurren. Los tres partidos prometen más de lo mismo. Y los dos grandes se acusan de los graves problemas que hoy están vigentes en el presente de Puerto de la Cruz.
Marcos Brito ha hecho de la gestión su principal baza, pero esa gestión muchas veces se encuentra alejada del pulso de la calle. Dolores Padrón representa el liderazgo de un socialismo que lleva tiempo –es mi opinión- pidiendo a gritos el regreso de medios de locomoción más sensatos y menos arriesgados en el progresismo. Sebastián Ledesma acaba de llegar a la política local empleando la humildad, aunque arrastra en su lista un pasado orgánico penoso.
Los votantes llegarán a los colegios electorales con mucho pragmatismo, deseosos de cambio y añorando épocas más luminosas. Las fotos de los candidatos (y la candidata) no aportan ilusión ni garantías de éxito. Pero la abstención sí que denotaría que el fracaso político es una prueba más de autismo partitocrático.

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