viernes, 15 de abril de 2011

ARCHPIÉLAGO GULAG,

MI CIUDAD

ARTÍCULO DE: Lorenzo de Ara Rodríguez
Apenas pienso en mi ciudad. Dejo que la gobiernen o que sueñen con gobernarla los de siempre. Aburridamente siguen ahí, con el séquito de lameculos que se arrastran para alimentarse de las migajas que caen, siempre caen, de la boca del todopoderoso. (Indiferente es el sexo del que ocupa el supremo cargo).
Mi ciudad me aburre cuando se nos invita a desarrollar un análisis político, turístico o cultural. Mientras el norte, con los problemas reales en la piel de miles de ciudadanos, se empeña en conseguir un futuro mejor, mi ciudad se retrotrae, llora, se encabrita, palidece, y en la vorágine politica, se mantiene secuestrada por los caprichos decimonónicos de las siglas de toda la vida. A izquierda y derecha, la política portuense siempre se ha escrito con renglones torcidos.
Querer lo mejor para el Puerto de la Cruz no significa cerrar los ojos o besar el suelo que pisa el sujeto que, ganando elecciones, se cree en posesión de la verdad. De la única verdad posible y verificable.
Negar que la ciudad se halla estancada y sumida en un tedio, sería como negar que esos tradicionales partidos se han empecinado en agravar los problemas. De nada ha servido el cambio generacional. La dictadura orgánica y la servidumbre convierten en verdaderas inutilidades a esas formaciones caprichosas y ombliguistas.
Hoy escribo de lo que a mi humilde entender sucede en Puerto de la Cruz porque no tengo otra cosa mejor que hacer. Escribo no para convencer, a lo mejor, eso sí, para desahogarme. Escribo sobre una ciudad cada vez más pequeña, más arrinconada, más agobiada por los problemas; sin liderazgo, atenazada por la rabia, el odio y la crispación guerracivilista de unos políticos y sus secuaces, incapaces de propiciar el consenso.
Se votará en libertad el 22 de mayo. Y gracias a esa libertad un partido político ostentará el poder en el ayuntamiento. Y me cuentan, casi me susurran, que las mayorías absolutas son una quimera. Y me confirman, a veces con alegría, y en otras oportunidades con la zozobra del penitente, que el pacto entre Coalición Canaria y el Partido Popular ya está firmado. Y me aventuran que el PSOe (la e siempre con minúscula) sufrirá un batacazo histórico. Y me cuentan que la abstención (Salvador García ya la barrunta) se convertirá en protagonista de la jornada.
Puerto de la Cruz es la ciudad que más me gusta de este norte. Es la ciudad en la que nací. Es la ciudad de mis padres. Pero es también la ciudad que ha perdido demasiadas oportunidades. Una urbe que todavía sueña, que respira, pero que en manos de esos depredadores políticos, en manos de esos niñatos de andares cursis y miradas perdidas, en manos de mentirosos y gerifaltes, jamás podrá salir del ostracismo y la depauperización anímica en la que se encuentra.

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