jueves, 19 de mayo de 2011

ART. DE UN PORTUENSE,

SEÑORES POLÍTICOS EN VUESTRAS MANOS ENCOMIENDO A MI CIUDAD
ARTÍCULO RECIBIDO DE: Celestino González Herreros
No voy a renunciar a mis derechos constitucionales, no voy a botar por la borda tantas ilusiones, la lucha constante y tantos esfuerzos por hallar alguna vez la paz, no sólo soñada por mí, por todos los pueblos: Armonía ciudadana, respeto y solidariedad; aquella ansiada intención de solidaria participación ciudadana frente a los múltiples problemas que en la actualidad nos aquejan.
Mis palabras se desprenden, en estos difíciles momentos de la evidente y circunstancial manera que la sociedad repara algunas veces los desaciertos sufridos.
La impaciencia se ha hecho colectiva, máxime ahora, fechas preelectorales, tan próximo el día decisivo… Pero aparte de la impaciencia, a la que se suma la incredulidad compartida, existe la gran desorientación de la mayor parte de las gentes. Son más los que dudan en, si ir o no, a la cita a depositar la tarjeta, que aquellos que piensan en posible arreglo de nuestros problemas políticos, cívicos y económicos reinantes. Y ya hay, quienes antes, desde mucho antes de conocer los futuros resultados del escrutinio, no ven horizonte alguno, sólo la turbidez de las acuciantes dudas.
Lamentablemente, no hay donde ir a acabar los días… Por todas partes existen problemas parecidos, que aunque no sean iguales a los nuestros, tienen que ver con sus propias economías y la forma de combatirlas. Lo nuestro es un batido de circunstancias que sumadas hacen nuestro problema más grande que ninguno, somos conciente de ello y no hallamos, a medio o a corto plazo, solución alguna. Hasta piensan si los que van a venir (si hay cambio) una vez alcanzado sus triunfos, vayan a ser peores que los conocidos.
No caben dudas, de que los que andan más nerviosos son los Partidos Políticos, los que piensan o pensaban ya casi seguros que la victoria iba a ser para ellos, con aquello de la mayoría absoluta… Las encuestas se han lentificado considerablemente y dan qué pensar. Las minorías, o dicho de otra manera, los pequeños partidos políticos, sin embargo, están afilando sus garras en la creencia que, al cambiar la dirección de los vientos, las posibilidades son otras y más alentadoras. Así pues, la lucha sigue hasta ver.

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